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LOS TEMPLARIOS EN EXTREMADURA

~ LA ORDEN DEL TEMPLE

LOS TEMPLARIOS EN EXTREMADURA

Archivos mensuales: marzo 2013

Castillo Templario de Segura de Toro

31 domingo Mar 2013

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Castillo templario construido para vigilar la Ruta de la Plata a su paso por el Valle del Ambroz. Se tiene constancia que su tenencia fue dada por los Reyes Católicos, al menos desde 1489, a Pedro de Carvajal. Hasta 1833 perteneció al Sexmo de Plasencia, figurando después como jurisdicción y partido de Granadilla, y luego al de Hervás.

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LOS TEMPLARIOS. HISTORIA, LITERATURA Y LEYENDA

29 viernes Mar 2013

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En la Península Ibérica, el Temple tuvo una gran influencia en la zona del norte. Así Aragón y Portugal son los primeros reinos en los que se data su presencia. En 1130 Raimundo Rogelio de Barcelona donó a la orden la plaza de Granera. En 1132, el conde de Urgel les cedió el castillo de Barberá. Se afirma que en Aragón los Templarios dominaron 36 castillos.

La mayoría de los Templarios que llegaron a la Península lo hicieron después de la caída de Tierra Santa porque no olvidemos que aquí había otro motivo por el que luchar: la Reconquista. Para ellos fue como una nueva cruzada, la posibilidad de seguir en el papel para el que habían sido preparados.

Para que veamos cuán grande fue su poder, en 1134, el rey Alfonso el Batallador, de Aragón, les legó sus posesiones, aunque los nobles lo impidieron y su propio sucesor, Ramón Berenguer IV, tuvo que negociar con los monjes sobre la concesión de villas y castillos.

Durante el reinado de Alfonso II el Casto aumentan las incursiones militares de la orden, que también influyó en los asuntos políticos del momento. Pedro II sin ir más lejos los nombró mediadores entre él y su madre, doña Sancha. Durante la cruzada contra los albigenses muere Pedro II y su hijo, el futuro Jaime I el Conquistador, se salva gracias a los cátaros. A los seis años es trasladado a Monzón, al castillo templario, donde será educado y protegido por los monjes durante tres años.

En Castilla y Aragón los templarios se asentaron en las tierras que lindaban con el norte del Tajo, por sus posibilidades económicas y porque estaban alejadas de las fronteras musulmanas.

En la Corona de Castilla parece que no tuvieron tan buena acogida o que, al menos, otras órdenes fueron más importantes que la del Temple. Parte de las encomiendas y donaciones templarias acabaron en manos de otras órdenes que, en el fondo, estaban inspiradas en las del Temple y del Hospital. Alfonso VII entrega Calatrava a los Templarios, en la frontera con Al Andalus hacia 1147-1148. No queda muy claro, pero parece que los Templarios no cumplieron el encargo con la entrega que se podía esperar de ellos y en 1157, los caballeros pobres, como también se les llamaba, evacuan la ciudad. Esta actitud Juan G. Atienza lo explica de una manera muy atractiva, aunque ignoramos si es cierta o no. En la Orden del Temple se prohibía luchar contra cristianos y, aunque no estaba escrito en ningún sitio, parece que los Templarios no quisieron enfrentarse a los almohades porque estos seguían la corriente ismailita, con la que los Templarios tuvieron mucha relación en Oriente. Sancho III de Castilla dona Calatrava a la orden del Cister y estos fundan, con el abad Ramón de Fitero, la orden de Calatrava, aprobada en 1164. Ese mismo año -y seguimos a Jesús Mestre- “unos caballeros de Salamanca se instalan en la iglesia de San Julián de Pereiro, cerca de Portugal, y fundan una orden con el mismo nombre, que será el núcleo de la posterior orden de Alcántara (1213). Pocos años después de la constitución de la orden de San Julián de Pereiro, otros caballeros, con Suero Rodríguez y Pedro Fernández como pioneros, también deciden crear una nueva orden, que ponen bajo la advocación de Santiago, y se instalan en Cáceres. La nueva orden, Congregación de Fratres de Cáceres, nace en 1170 y ya en 1175 se transforma en la orden de Santiago. Éstas son las órdenes más importantes, pero no las únicas, pues se crearon otras que tuvieron una vida corta: la de Santa María, fundada por Alfonso el Sabio (siglo XIII) y la de la Banda, fundada por Alfonso XI (siglo XIV).

No obstante, es innegable que los Templarios ayudaron a los reyes en la conquista de nuevas plazas. Estuvieron al lado de Jaime I en la Conquista de Valencia. Pero no sólo se les encuentra al lado de Aragón, sino también al lado de los reyes castellanos. Está documentado que ayudaron a Alfonso VIII en la toma de Cuenca (1177) y que tuvieron un papel brillante en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), donde murió el maestre provincial castellano Gómez Ramírez. Siguieron prestando ayuda a Fernando III el Santo, que les cedió la villa de Frexenal y otros pueblos. También Sancho IV el Bravo les donó terreno por su ayuda. En suma, que es innegable el papel Templario en la Península aunque cabe decir que sus actuaciones no están ligadas a episodios tan sangrientos como los vividos en Tierra Santa. Los Templarios más bien se dedicaron al trabajo de las encomiendas en la explotación agrícola y ganadera. Es más, trataban de establecerse lejos de la frontera donde se llevaba a cabo la guerra. Debido a las donación de las que hablábamos hace un momento, los Templarios dominaron, en pocos años, extensas explotaciones. En el momento de su supresión, eran propietarios de unas 1500 encomiendas.

En 1307, tras la captura de los templarios franceses, los españoles no quieren ceder sus posesiones, aunque en 1308 se rinde el castillo de Miravet, tras una defensa a ultranza. En 1309 cayeron las ciudadelas templarias de Monzón, Chalamera y Castellar.

En 1310 en el Concilio de Salamanca los templarios de Castillas y Portugal pudieron conservar algunas fortalezas. En 1212 en el Concilio de Tarragona se declaraban también inocentes a los templarios catalanes y aragoneses, al igual que lo hizo el arzobispo de Compostela con los templarios castellanos.

No obstante, se impuso el poder del Papa y la orden finalmente se disolvió también en la Península. Se disolvió, pues, la orden y sus posesiones pasarían a la orden Hospitalaria, excepto en Mallorca, Portugal, Aragón y Castilla-León. En Castilla las heredó la corona; en Portugal la Orden de Cristo (1320), aprobada por el Papa Juan XXII en 1319, y en Valencia, la Orden de Montesa (1317), aprobada en 1317; fundadas estas dos con ese único propósito y que acogieron a gran parte de los antiguos templarios de los reinos de España.

por Anabel Sáiz Ripoll

El Señorío de Capilla (siglos XIII-XVI)

24 domingo Mar 2013

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Este estudio sobre el señorío de Capilla forma parte de un proyecto
más amplio que abarca el área de Puebla de Alcocer y la tierra de Siruela,
ambas próximas a Capilla y. como ella, propiedad de importantes familias
nobles.
Con él hemos pretendido contribuir, por modestamente que sea, al
conocimiento del proceso señorializador de Castilla y. en concreto, de
Extremadura. zona en la que, amén de asentarse poderosas Ordenes Militares,
hubo linajes (Velasco. Suárez de Figueroa, Stúñiga. Sotomayor) que
tuvieron parte importante de sus posesiones.
Se ha elegido para ello una zona no muy aínplia, localizada al noreste
de la provincia de Badajoz. y que forma parte de una comarca conocida
como la «Siberia extremeña» comprendida entre los ríos Guadiana y
Zújar. Esta región constituye una vasta zona apartada de las vías de comunicación
y poco explotada, de ahi que se le haya otorgado ese calificativo.
La mayoría de los autores, no obstante. rechaza esta denominación, al
entenderque el escaso progreso de la zona no se debe a la falta de recursos,
sino al mal aprovechamiento que se ha hecho de los mismos.
Durante las Edades Media y Moderna, las tierras de la «Siberia» formaron
parte de tres unidades político-administrativas diferentes, si bien en
algunos momentos aparecen como posesiones de un mismo señor. Estas
tres unidades fueron el Estado de Capilla. el vizcondado de Puebla de
Alcocer y el condado de Siruela.
Nuestro estudio se centra en la primera de ellas, el Estado de Capilla,
compuesto por un pequeño circulo de pueblos, seis concretamente, situados
en el sector sureste de la comarca. Al frente de todos ellos se situaba la
villa de Capilla, hoy en franca decadencia, pero que en su momento fue
cabeza de un señorío controlado siempre por importantes titulares, que
obtenían de él beneficios considerables. En el origen de los mismos se
encontraban las abundantes dehesas que cubrían estas tierras y que las
hicieron ser punto de mira de los ganados trashumantes que recorrían
Castilla de norte a sur en busca de pastos.
Las citadas localidades que conformaban el señorío eran Baterno, Risco
y Garlitos, al norte de la línea del Zújar. y Zarza Capilla, Peñalsordo y
la propia Capilla, al sur de dicho río. En su conjunto, la zona limita con
los términos de Agudo, Valdemanco y Chillón (Ciudad Real), con el Viso
de los Pedroches (Córdoba) y. ya en Badajoz. con Cabeza de Buey. Siruela
y Tamurejo. Precisamente está en término de Capilla el llaínado «mojón
de las tres provincias», que alude a la proximidad de estos territorios entre
los que fueron frecuentes las disputas por cuestión de lindes desde la
Edad Media.
De igual modo, el señorío de Capilla estuvo rodeado de vecinos importantes,
con los que mantuvo estrechas relaciones. Es el caso de la comarca
de la Serena, señorío de la Orden de Alcántara,y de otros señores laicos,
como los condes de Belalcázar, título que desde mediados del siglo XV
ostentaron los Sotomayor Precisamente, Capilla se situaba entre las dos
partes en que se dividían las posesiones de dicha familia: al norte, el
vizcondado pacense de Puebla de Alcocer, y al sur, el área cordobesa de
Belalcázar.

Sin título

Una vez expuesta esta breve localización espacial del señorío, pasaremos
a analizar otros aspectos, a partir de la consulta realizada a los fondos
de la sección «Osuna» del Archivo Histórico Nacional. Aunque la información
que poseemos abarca más temas, en el presente estudio nos centrareinos
en los siguientes:
1.—La trayectoria histórica del senorio.
2.—El potencial humano, militar y económico del mismo.
1. LA EVOLUCION HISTORICA DEL SENORIO
Durante los casi cuatro siglos que abarca nuestro estudio, fueron
muchos los acontecimientos vividos por el señorío de Capilla, y muchas
también las manos por las que pasó. La situación se hace más estable a
fines del siglo XIV. concretamente a partir de 1382. cuando entra a formar
parte del conjunto de señoríos de los Stúñiga. uno de los linajes más influyentes
de la nueva nobleza trastamarista. Hasta entonces la tierra de Capilla
había pertenecido a varios dueños: el rey, las Ordenes Militares del
Tcínple y Alcántara. el concejo de Toledo y nobles importantes del
momento, entre otros.
Es por ello que distinguiremos dos partes dentro de esta trayectoria histórica,
situando la fecha de 1382 como separación entre ellas.
1.1. Evolución del territorio hasta la instalación de los Stúñiga (1226-1382)
Partiremos del momento en que Capilla y su tierra fueron reconquistadas.
aunque la historia de estos lugares se inicia mucho antes ¾
La toma de los territorios que más tarde constituyeron el señorio de
Capilla fue llevada a cabo por Castilla. y se debió al afán reconquistador y
al impulso dado por su rey, Fernando III. Este, antes y después de [a unión
de los dos reinos en 1230. se atrevió a culminar la toma de la actual provincía
de Badajoz como paso previo a sus campañas en Andalucia.contexto se enmarca la conquista de Capilla en 1226, que supuso también
el paso a poder cristiano de las cercanas plazas de Garlitos y Almorchón.
La empresa no fue nada fácil a juzgar por lo que nos dicen las crónicas
«, pero tuvo gran repercusión por la importancia de las fortalezas
conquistadas y porque favoreció la repoblación de toda la comarca existente
entre los ríos Guadiana y Zújar. Al propio tiempo, fue un primer
paso para las posteriores campañas de remanado iii al sur de Sierra
Morena.Una vez tomada Cábala, que cambiará su nombre por el de Capella o
Capiella. como será conocida en la Edad Media, el rey permite a sus habitantes
que la abandonen y se dirijan con sus bienes muebles al lugar de
Gahet, futuro Belalcázar, aún no conquistado.Por su parte, el poderoso
arzobispo de Toledo, Jimenez de Rada, aunque no estuvo presente en
Capilla debido a una enfermedad, se interesó por la zona. De ahí que, a
través de su capellán, haga purificar la mezquita y organice su iglesia. Se
inicia así la dependencia de estas tierras respecto a la jurisdicción eclesiástica
toledana.La siguiente medida llevada a cabo por el rey santo será la de intentar
organizar la repoblación de estos lugares. Esto fue lo que le llevó a entregar
la recién tomada Capilla y las plazas de Garlitos y Almorchón a la Orden
Militar del Temple, que había participado activamente en su conquista,Entre los escasos documentos que de esta Orden se conservan en el
Archivo Histórico Nacional, contamos con una copia del privilegio otorgado
por Fernando III y doña Berenguela, su madre, en el que se ceden estos
lugares citados a su maestre, Esteban Belmonte. Ello sucede el 9 de septiembre
de 1236. justo diez años después de pasar a poder cristiano. Ademas,
en el documento se señalan los limites abarcados por Capilla, y se
concede a los templarios la facultad de llevar el portazgo de los ganados
que pasaran por este lugar, lo que habla ya de la importancia ganadera de
la zona.
Las tierras recibidas constituyeron una de las 24 bailías o encomiendas
en las que el Temple dividió sus posesiones en el reino castellano-leonés.
De todas ellas, parece que Capilla era la más poderosa, dado que se asentaba
sobre un área de extensas dehesas de pastos que híeron fuente de
riqueza económica gracias al desarrollo de la trashumancia.En apoyo
de esta idea encontramos dos documentos fechados el 1 y 6 de julio de
1310. en los que se señalan los bienes y derechos que el Temple poseía en
el arcedianazgo de Calatrava, al cual pertenecía la encomienda de Capilla.
Su valor estaba en torno a los 50.000 mrs. de renta anual, lo que convertía a
ésta en la más destacada posesión templaria del reino.En cualquier caso, la Orden del Temple no estuvo demasiado tiempo al
frente de Capilla, pues el proceso seguido contra ella desde 1307, y que
culmina cinco años más tarde con su disolución y pérdida de bienes, afectaíik
también a nuestro pequeño señorío.

María José LOP OTÍN.

LA PRODIGIOSAS RELIQUIAS TEMPLARIAS DE ALCONETAR ,EL MANTEL DE LA SAGRADA CENA

24 domingo Mar 2013

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FERNANDOCONMANTELDELASAGRADACENAPROCESIONDELCORPUS

En la villa cacereña de Alconetar, a orillas del río Tajo, los caballeros templarios edificaron una fortaleza sobre las ruinas de un templo romano. Allí custodiaban, entre otros objetos “milagrosos”, un mantel que, al conjuro de determinadas invocaciones, se llenaba prodigiosamente de todo tipo de manjares. Tras la disolución de la Orden del Temple, se “descubrió” en el subsuelo de la catedral vieja de Coria una reliquia, que la Iglesia afirmaba era el mantel empleado durante la Última Cena. ¿Se trataba del mismo objeto custodiado por los templarios en Alconetar?

Y por fin se acerca el día en que se unirán en abrazo fraternal, las cofradías de la Sagrada Cena de toda España, pues el Sábado día 9 dará comienzo el XI Congreso de Cofradias de la Sagrada Cena.
Es este uno de los eventos más importantes, que se han podido organizar en nuestra ciudad en los últimos años, en lo que se refiere a temas de Semana Santa. En este evento –del que se esperan algunos logros- va a exponerse una de la reliquias más preciadas que se conserva en la Catedral de Coria, y que es el Mantel de la Sagrada Cena, el cual será expuesto el próximo dia 11 en la Concatedral de Santa María de Cáceres.
Esta preciada reliquia, llego al Castillo de Alconetar, portada por los Caballeros Templarios, muy cerca de la ciudad de Coria, a orillas del rio Tajo.
En 1213, terminada la batalla de las Navas, se aseguró la frontera con los musulmanes, y cuando se extendía el conocimiento de la existencia de reliquias, hizo de Alconetar, la encomienda más rica de la región. Entre 1307 y 1312 con la desaparición de la Orden del Temple, el lugar decayó rápidamente. Con la desaparición de los Templarios vino tambien la de sus afamadas reliquias, cuyo culto y veneración al igual que sus caballeros quedaron malditos y olvidados, hasta que, hacia 1403, comienzan a verse los documentos del Obispado de Coria noticias referentes a ciertas reliquias de origen desconocido para las que se construyo un relicario en la Catedral en 1495, y y una capilla en 1596. Eran 16 objetos, de los que solo tres tenían culto propio: La Vera Cruz, las Santa Espina y el Mantel de la Sagrada Cena.
Cofrades de la Sagrada Cena de Caceres portando la Sagrada Reliquia
Una Bula de Benedicto XIII, daba fe de que habían sido encontradas en el subsuelo de la Catedral Vieja, dentro de unas arcas, durante la construcción del edificio nuevo en el siglo XVI, y que ya se le venían rindiendo culto los día 3 de mayo con gran asistencia de fieles. Esto según los investigadores e historiadores hace pensar que se haber hallado entre 1370 y el último tercio del siglo XIV, siempre teniendo en cuenta que en tal fecha se redacto el Estatuto Capitular, que trataba de las fiestas a celebrar en esta iglesia, y en el no se mencionaba todavía festividad alguna de estas “Reliquias”.
Restaurado el Culto de las reliquias en Coria, tanto el Sinodo Diocesano como los obispo y hasta el mismo Papa se encargaron de darle la importancia que dichas reliquias, deberían de tener y declararlas autenticas y alentar el esplendor de su ritual. En el especial Mantel de la Sagrada Cena. Pues esta parece la única pieza de tal magnitud que pueda existir en el mundo, y que no pueda existir otra, salvo pequeños fragmentos cortados de la existente en Coria-
La tradición señala, que la reliquia que hoy se expone en la Catedral de Coria, había sido llevada a Roma por Santa Elena, madre el Emperador Constantino.
Desde allí pasaría al “Tesoro de Carlomagno” y este la llevaría a Extremadura, donde la encontraron los templarios al tomas posesión de Alconetar e 1167.
Su fiesta se clebraba – como ya hemos dicho – el dio 3 de mayo y se colocaba en un trono alrededor del altar mayor y se celebrara una misa solemne.
A contnuacion las reliquias eran subidas a la tribuna que abre so0br el atrio para para mostrarlas a los fieles. Era el momento en que el Mantel era desplegado cual pendón sagrado y su extremo quedaba a la altura de los fieles, quienes rivalizaban por besar la Sagrada Reliquia.
Estos actos hacían, que en algunas ocasiones los fieles arrancaran partes de la tela que deterioraban tan preciado objeto Sagrado. Es por ello que el siglo XVIII, se suprime la presentación de la reliquia en la tribuna y se depuso qué se adoradas únicamente en el altar, pero este remedio fue peor que la enfermedad, puesto que las gentes, su fervor casi pagano terminaban por invadir el altar y pasarse la reliquia de mano en mano, besándola y frotándosela por todo el cuerpo como si fueran amuletos prodigiosos, con lo que el Mantel seguía desgarrándose.
Esto hizo que en 1791 el Cabildo Catedralicio aprobase la supresión de acto publico de adoración. Desde entonces las reliquias se veneran en la Capilla del Relicario, sin volver a ver el Sagrado Mantel, que permanecía seguro en su arqueta de plata. Esto hizo que el culto fuese decayendo, de modo que al cabo de cien años había desaparecido por completo y sus milagrosas intervenciones se habían olvidado. Salvo entre algunos icondicionales.
El mantel de la Sagrada Cena tiene unas medidas que son: 4,42 m. de largo por 92 cm. de ancho, esta realizado en tela de lino, blanco con sencillos adornos en azul `por uno de los extremos del largo y rayas del mimo color en el otro, con una trama qwue hace resaltar ciertas formas geométricas pero también lleno de roturas y desgarros.
En 1960, después de 169 años, el Mantel volvió a ver la Luz, Pero esta vez no fu en su Ciudad de Coria, ni para recibir culto. El Arca de Plata que contiene en su interior ale Mantel de la Sagrada Cena, fue abierto en los laboratorios del Muso de Ciencia Naturales de Madrid para que la tela fuera examinada por especialistas. Los análisis determinaron que se trataba de un tejido de lino blanco, en parte teñido de azul, que por su estructura y técnica de fabricación era de procedencia arábiga. Se hablo de utilizar también el método del Carbono-14 en laboratorios holandeses, pero dicha técnica no estaba entonces perfeccionada y se desistió. Almenos esa fue la explicación oficial.
Además, las autoridades “olvidaron” precisar públicamente que la procedencia arábiga del Mantel se refería a la Edad Media, entre los siglos XI y XIII, no al siglo I. Sin embargo, aquellos simples datos y omisiones sirvieron para reafirmar la “autenticidad” del Sagrado Mantel y para que se intentara resucitar su legendario culto, con las consiguientes peregrinaciones y sus beneficios económicos. Los interesados ignoraban que, a pesar de todo, la España de 1960 no era ya la de la Reconquista y el asunto murió en el intento. Desde entonces, la reliquia sólo ha vuelto a ser venerada con cierta relevancia pública en ocasión de alguna conmemoración especial y hoy se recuerda al mantel menos por su culto que por sus leyendas.
En el año 2005, esta reliquia, y con motivo de una exposición que se llevo a cabo en Cáceres sobre el Arte Religioso en la Diocesis de Coria-Cáceres, el Arca que contiene fue traído a Cáceres para su exposición y aquel mismo año desfilo en la procesión del Corpus Christi, siendo portado por los cofrades de la Hermandad Eucarística de Cáceres.

Estos datos han sido recogidos de Año cero nº 10-123 cuyo autor es Rafael Alarcón Herrera.

LA VICTORIA DE ALFONSO IX DE LEON SOBRE EL EJERCITO DE IBN HUD EN LA BATALLA CAMPAL DE ALANGE

19 martes Mar 2013

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Antes de nada, aclarar que éste no es un artículo mío, sino de Miguel A. Diego, «Zacut», quien ha tenido la bondad de remitírmelo para su publicación. Me ha resultado curioso, porque precisamente hace unos días estuve fotocopiando las crónicas con información de las conquistas extremeñas de Alfonso IX con vistas a un futuro artículo sobre el tema. Zacut quiere destacar que el pasado 15 de marzo fue el 780º aniversario de la batalla. Desde aquí me gustaría agradecerle infinitamente tan soberbia aportación,

INTRODUCCIÓN

La toma de Alcántara en 1213 y los ataques ese mismo año contra Cáceres y Mérida ponen de manifiesto las intenciones de Alfonso IX de extender el Reino Leonés por el Sur, tal como se preveía en el testamento de Alfonso VII el Emperador y en el Tratado de Tordehúmos (1158), incorporando el Reino musulmán de Sevilla. En 1217 la fortaleza de Alcántara es otorgada a la Orden de Calatrava, que un año después cede, junto con todas sus posesiones y miembros en el Reino de León, a la Orden Militar de San Julián del Pereiro, que fijó allí su sede. La orden adoptó entonces el nombre del Pereiro y Alcántara y finalmente el de Alcántara, constituyendo a partir de entonces uno de los pilares leoneses en la reconquista y repoblación de la Transierra, inspirada por un decidido cruzadismo, que alcanzaba al mismo monarca, corroborado por las campañas de 1218 en las que llega hasta Sevilla y el Guadalquivir con el objetivo de quebrantar la retaguardia musulmana. La toma de otras plazas como Valencia de Alcántara (1221) y especialmente el núcleo fortificado de Cáceres (1229), abren definitivamente el camino hacia el Guadiana a las fuerzas leonesas. Alfonso IX empeñado en la conquista del territorio de la Taifa de Badajoz, emprende en 1230 la deseada conquista de Mérida, que asegura la independencia eclesiástica del Reino de León, y la de la capital musulmana, Badajoz, ambas a la misma orilla del Guadiana. El objetivo último serían Sevilla y Niebla.

Reunión de las huestes.

Pasada la Navidad de 1229, Alfonso IX partió de Alba de Tormes con un formidable ejército en el que, además de las huestes del monarca se encontraban caballeros las de las Ordenes Militares del Temple, Alcántara y Santiago, con sus maestres, a los que se unieron obispos con sus mesnadas (D. Bernardo II, arzobispo de Santiago de Compostela y los obispos de Oviedo, León, Zamora y Coria) y otras fuerzas. Se dirigieron a principios de cuaresma (hacia el 20 de febrero) al Sur con el objetivo de apoderarse de Mérida, a la que sometieron a sitio.

La toma de Mérida y la batalla campal de Alange (1230).

La noticia del asedio de Mérida debió llegarle al caudillo hispanomusulmán Ibn Hud al-Mutawakkil, vencedor de los almohades, reconocido como lugarteniente y Emir del Califato abbásida de Bagdag –tomó por enseña el estandarte negro de los abbasíies- primero en Murcia y luego en casi todo Al-Andalus (Almería, Málaga, Granada, Jaén, Córdoba, Sevilla, Badajoz, Mérida, Trujillo). Se dirigió a Córdoba, donde reunió un gran ejército de caballeros e infantes para acudir en ayuda de la ciudad sitiada, posiblemente por la calzada que parte desde Córdoba y transcurre por Azuaga y Hornachos. Ibn Hud acampó en las proximidades del castillo de Alange o en el lugar conocido como Posadas de Abenfut, ligeramente al noreste del actual Campillo de Llerena y dentro de los límites de su término municipal.

Mérida se negó a rendirse, por lo que fue atacada por el puente de la ciudad y se tomó al asalto, teniendo un papel destacado las huestes zamoranas, de Ledesma y de la Orden de Alcántara, como ponen de manifiesto el hecho de que Alfonso IX incorporara el puente de Mérida al escudo de la ciudad de Zamora, o que así conste respectivamente en la inscripción sobre la Puerta de Olivares –llamada también del obispo- en Zamora (Zamo[ren] ses fuerunt uictores in prima acie), en el Fuero de Ledesma (que indica que la milicia de Ledesma rindió buenos servicios en Mérida) y en la carta de donación que Alfonso IX hace el 30 de marzo al maestre de Alcántara, Arias Pérez, de posesiones en la ciudad de Mérida y en su proximidad («por los muchos buenos servicios que en muchas ocasiones me prestasteis, y especialmente en la conquista de Mérida y en la batalla campal que tuve con Abenfut al otro lado del Guadiana»). El reconocimiento y donaciones por los servicios prestados en la batalla de Mérida alcanzará a personas concretas, como a Rodrigo Fernández, alférez de Alfonso IX, que recibirá Friera y la tierra de Aguilar, por llevar bien su enseña en la batalla.

La llegada de las tropas musulmanas decidió a Alfonso IX a enfrentarse a las mismas, a pesar de ser muy inferiores en número. Las fuentes afirman que el contingente de las tropas de Ibn Hud era innumerable, o que se componía de unos ochenta mil hombres (veinte mil a caballo y sesenta mil a pie). Para ello el rey leonés y las huestes que le acompañaban, atravesaron el Guadiana una noche y, a la mañana siguiente, el 15 de marzo de 1230 (de acuerdo con el Cronicon cordubense) tuvo lugar el enfrentamiento en campo abierto, una batalla campal, ‘una de las más señaladas de aquel siglo’.

Cuenta Juan Gil de Zamora que cuando Alfonso IX se prepara para entrar en combate pierde una de las espuelas, lo que todos interpretan como un mal presagio, menos el monarca que argumenta que «el rey no debe entrar en combate con espuelas como los miedosos y por esto cayó la espuela, para animarme a quitar también la otra» demostrando así que no pensaba huir sino perseverar en el combate hasta el final. ¿Estaba decidido a no perder la ciudad recién conquistada? ¿Deseaba infligir una derrota al enemigo que le permitiera avanzar hasta Badajoz y más tarde hasta el Guadalquivir? La imagen del cronista pone de manifiesto que, en cualquier caso, no estaba dispuesto a echarse atrás.

Ibn Hud vio que los leoneses se dirigían contra sus tropas a fin de entablar la batalla, ordenó sus gentes y salió a su encuentro, la batalla fue muy sangrienta y por algún tiempo dudosa, pero el valor de los cristianos superó la muchedumbre enemiga y se declaró por Alfonso IX la victoria. Tan señalada fue que hay crónicas que al hablar de Alfonso IX dicen «el que ganó la batalla de Mérida». Las crónicas recogen también la participación del Apóstol Santiago y de San Isidoro del lado de los cristianos con una hueste de ángeles apocalípticos que segaban las gargantas agarenas.

Los efectivos musulmanes sufrieron una derrota completa y salieron en desbandada perseguidos por los leoneses, resultando el mismo Ibn Hud herido. Según Moreno de Vargas, el ejército leonés infligió una gran matanza en los musulmanes que huían hacia Badajoz a una legua de Mérida, en el denominado valle de la Matanza

La toma de Mérida permitía restablecer la silla metropolitana de tan gran prestigio en la época romana y visigoda, trasladada a Compostela por la persecución de los mozárabes, pero lo impidió Bernardo, el arzobispo de Santiago.

La conquista de Badajoz (1230).

El victorioso rey leonés permaneció en Mérida hasta después del 20 de marzo, partiendo después con el ejército y los maestres de las órdenes militares, los obispos y el arzobispo de Santiago de Compostela, con sus huestes sobre Badajoz.

La conquista de la capital debió de ser rápida, pudo establecerse un asedio hacia el 19 de abril, rindiéndose la ciudad el 26 de mayo, como indica el Chronicon conimbricense o a primeros de junio, como indica el Cronicón cordubense; pero antes del 9 de junio, porque ese día ya estaba Alfonso IX en Cáceres, de vuelta hacia el norte, y empleaba el título de «rex Legionis et Badalocii».

Alfonso IX, tras la toma de la ciudad de Badajoz, decidió dejarla dentro del realengo y ceder los derechos temporales de Mérida a la Iglesia de Compostela, teniendo en cuenta su proximidad a la frontera con el reino de Portugal. La confirmación y entrega de Mérida al arzobispo de Santiago la efectúa el 20 de julio, fecha en la que pasaba por Salamanca en su peregrinación hacia Compostela cuando iba a dar gracias al apóstol por las recientes conquistas.

Últimos meses de Alfonso IX (1230).

Rendida Badajoz, la expansión hacia el sur fue incontenible, ocupando los templarios Jerez, Burguillos. Fregenal y Alconchel. El propio Alfonso IX recorrió estas zonas meridionales, pues encontrándose en el castillo de la Atalaya, cerca de Zafra, el 2 de junio de 1230 hizo donación de Mérida y de los extensísimos términos que se le señalan al Arzobispo de Santiago. El monarca diseñó por entonces los objetivos y ciudades a conquistar en la siguiente campaña del invierno de 1230-31, que pretendían llevar el Reino de León hasta el Guadalquivir. Su fallecimiento retrasó esta expansión dos décadas.

Alfonso IX murió mientras iba en peregrinación a Santiago de Compostela en acción de gracias, en Sarria (Villanueva de Lemos) el 24 de septiembre de 1230. Se frustraba así el matrimonio de su hija primogénita Sancha con el monarca aragonés Jaime I, aportando al mismo el Reino de León.

Miguel A. Diego, «Zacut»

http://corazonleon.blogspot.com.es

http://corazonleon.blogspot.com.es/2010/03/la-victoria-de-alfonso-ix-de-leon-sobre.html

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REGALO DE MI HIJO PARA EL DIA DEL PADRE

19 martes Mar 2013

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LAS ERMITAS TEMPLARIAS DE TRUJILLO

17 domingo Mar 2013

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A raíz de la conquista se elevan tres ermitas en sus aledaños y dice Clodoaldo Naranjo que se erigen sobre los cerros donde asentadas las fuerzas cristianas se disponían al asalto definitivo, estas eran las ermitas de la Coronada, La Cañada y Belén.

Cerca de La Coronada se ven restos romanos, es un lugar habitado tradicionalmente, junto al camino de Medellín entre Trujillo y Santa Cruz; fueron los templarios quienes ocuparon aquel lugar hasta su desaparición en 1311 ocupándose el Ayuntamiento de su mantenimiento y culto, allí se celebraba una principal romería el Domingo de Pascua. Según constaba en la inscripción de la portada en la ermita de la Coronada de Trujillo, se construyó por: «MAESTRE GIL DE CULLAR ME FECIT ERA MILE CCC ANNO DOCE». (1276) Este arquitecto fue quien hizo la capilla de San Pablo o del Melón en la catedral vieja de Plasencia.

Otra fue la de Nuestra Señora de la Cañada, antes de pasar los riberos del Magasca, donde dice don Clodi que se asentaron los de Alcántara y Santiago y la tercera en el sitio de Papalbas, Nuestra Señora de Belén, base de las huestes del Obispo.

La ermita de La Cañada estaba perfectamente ubicada en el viejo camino de Coria que atravesaba el Tajo entre Hinojal y Talaván hacía Portezuelo; a poca distancia Tajo abajo estaba Alconétar en manos templarias junto al paso de las vías de Cáceres a Plasencia y Coria.

El culto en la ciudad se organiza en los viejos templos que derruidos por la morisca vuelven a levantarse, ellos eran el de Santiago, la Vera Cruz y la vieja iglesia cisterciense de Santa María la Mayor cuya construcción fue iniciada por los freires caballeros de Truxillo.

El escudo de Trujillo aunque fue confirmado por Alfonso XII en 1880 su descripción remarca antigüedad: «En campo de plata una imagen de Nuestra Señora de la Victoria con el niño Jesús en los brazos, puesta encima de una muralla almenada y acostada de dos torres, todo de gules y mazonado de plata el cual, fue confirmado por el Santo Rey Fernando III de Castilla». Seguramente el confirmado por Fernando III fue la Virgen en una sola torre como vemos en el único ejemplar así conservado en la Puerta de Santiago, cuando se trasladó la virgen al Castillo en el siglo XVI cambiaron el torreón del Arco del Triunfo por el frente almenado del Alcázar: «acostada de dos torres».
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CAE TRUJILLO PARA CASTILLA

17 domingo Mar 2013

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La conquista definitiva de Trujillo estaba reservada para el día de San Pablo, 25 de enero de 1232. Capitaneados por el obispo de Plasencia Don Domingo I, las ordenes militares de Alcántara, Templarios y Santiago con varios fonsados de caballeros y una quinta columna de mozárabes con un tal Fernán Ruiz al frente que consiguieron tomar por el interior la Puerta Occidental, abriéndola a los sitiadores, de esta manera consiguieron vencer a los musulmanes tomando la Villa y el Castillo.

La leyenda nos habla de un milagro en que se aparece Nuestra Señora la Virgen toda iluminada y guerrera haciendo caer en tierra a lo morisma lo que aprovecha a los cristianos para su Victoria, y desde entonces esta puerta de Poniente pasará a llamarse del Triunfo. Más tarde colocarían en una hornacina interior sobre la Puerta una imagen de Nuestra Señora (tradición).

El carácter Mariano de la ciudad se refuerza en este mismo momento cuando el prelado placentino bendice las ruinas venerables de la basílica cisterciense. La Iglesia ya estaba dedicada a Santa María el siglo anterior, Don Domingo I de Plasencia le añadió el título de Mayor reanudándose enseguida su interrumpida construcción al mismo tiempo que dan caña a las de Santiago y San Andrés lo que se demuestra con los sillares signados de canteros, algunos de ellos habían participado en la construcción de la catedral de Plasencia y vemos sus firmas repetidas en estos templos.

La iglesia de Santa María la Mayor es un museo de la historia plasmado en sus diferentes muros, estribos, contrafuertes, columnas, nervaduras y ménsulas. El resto más antiguo nos lo encontramos en el sótano de la Sacristía, dos hiladas de hermosa sillería con grosores característicos, es la pared sur de un viejo edificio con una entrada sobre la cual está la actual puerta de la Sacristía comiéndose el muro posterior que separa la gran nave del ábside. Este templo merece trabajo especial.

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CALATRAVA SE APODERA DE MONFRAGÜE

17 domingo Mar 2013

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Es muy posible que Calatrava se posesione de Monfragüe porque en derecho le corresponde al Pereiro por don Gómez cuando fue maestre de los de Monfrac-Truxillo y al estar el castillo en tierras de Castilla le pasa lo que después les ocurrirá cuando se conquiste el de Cabañas que también acaba en sus manos.

«En el año 1221 el rey Fernando III el Santo dio a don Gonçaliañez Maestre de Calatrava para su Orden el castillo de Monfrac que era de la Orden y caballeros de Monfrac, la cual había venido en mucha disminución y que por esta causa el Rey la incorporó en la Orden de Calatrava. Esta Orden de Monfrac tuvo muchos nombres; y el más general de ellos fue el de Montegaudio, tomado del lugar donde fue instituida, que era en Hierusalen, fuera de los muros, como parece por la Bulla en que el Papa Alejandro III aprobó esta Orden de Montegaudio…» «…Hay otra escritura, en que el Rey Don Alonso el Noveno dio a la dicha Orden ciertas heredades en el término de Magan, y dice la escritura, A vos don Rodrigo Gonçalez Maestre de Monfrac de la Orden de Montegaudio…». (Crónica de Calatrava). Alfonso IX intenta tomar Cáceres este mismo año sin lograrlo, en 1221 repite el fracaso. En 1224 muere Yusuf.

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RECONQUISTA DE LA SIERRA DE GATA

17 domingo Mar 2013

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GATA

Solamente les falta vencer las fortalezas de Almenara y San Juan a las que los moros se aferran fuertemente. El Pereiro está en Puñoenrrostro y por ello el Rey se lo cambia por Cadalso, para mejor envolver Almenarella y arrasarla bien. Después en 1212 ganará Mascoras.

En el año 1212, mientras toda la Cristiandad vence en las Navas de Tolosa a los moros, Alfonso IX hace la guerra por su cuenta y aprovecha para ir recuperando terreno, caen al fin San Juan de Mascoras, Trevejo y Salvaleón, donde se destacan nuestros freiles del Pereiro y en quienes ya tiene toda su confianza el Rey. En el castillo de Santibáñez de Mascoras quedan restos almohades en sus murallas y en el lucido del aljibe se puede leer una inscripción árabe.

El 17 de enero de 1214 Alfonso IX entra en Alcántara, su cerco lo inició dos años antes teniendo que retirarse hasta el 1213 que repite las acometidas. Los almohades habían roto un ojo del Puente pero ello no impidió que se cumpliera la Historia. En 1215 Doña Berenguela firma tratado de paz con Yusuf II.

La bula de Honorio III en 1217 adjudica a la Iglesia y al Arzobispo de Toledo todas las iglesias que se construyesen entre Toledo y una línea que desde Andújar pasaba por la Puebla de Chillón, Migneza, Magacela, Medellín, Trujillo y Jaraíz.

EL TERRITORIO HASTA LA CONQUISTA DE TRUJILLO EN 1232

17 domingo Mar 2013

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Trujillo y toda la Trasierra castellana cayeron en manos del tercer califa almohade Yuqub al-Mansur terminándose la historia del increíble señorío independiente de la bella Toryala, con los reconquistadores almohades llega el hijo despechado del ya difunto Fernando Rodríguez de Castro, Pedro Fernández de Castro. Ahí está seguramente el antepasado del futuro personaje trujillano, Fernán Ruiz, que se destacará en la reconquista definitiva de 1232. Ya nunca más se sabrá de los caballeros de Truxillo que debieron huir hacia Plasencia y Monfragüe con los de Monfrac refundiéndose y recuperando después su histórico castillo en el fragoso monte del río Tajo. Este mismo año de 1196 Alfonso VIII dona el castillo de Ronda (en la rivera del Tajo) que había sido de los freiles de Truxillo al maestre de Calatrava don Nuño Pérez de Quiñones y años más tarde veremos a Calatrava apoderarse de Monfragüe absorbiendo a los viejos freiles de Monfrac-Truxillo como hará con la abadía de Cabañas y su castillo en las Villuercas por el tratado que harán con el Pereiro al entregarles Alcántara. Esto vendrá después.

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CONQUISTA DE ALCÁNTARA

17 domingo Mar 2013

Posted by JF.ROMERO in ORDEN ALCÁNTARA

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En 1166 Coria estaba en manos de Fernando II que la había integrado como señorío a la Iglesia de Santiago, su obispo dependía de la Sede Compostelana y el territorio que regentaba estaba muy limitado pues en la Trasierra estaban los moros y a duras penas se pasaba al Norte por el valle del Árrago, era más seguro ir por Galisteo que hacía frontera con Castilla en la vieja calzada romana de Mérida a Astorga.

Portezuelo, Ceclavín, Canchos de Ramiro, Racha Rachel, Sequeiros, Milana, Bernardo, Salvaleón, Eljas y Jálama-Trevejo eran la cuña militar árabe formando el frente de defensa de Alcántara. La oposición de los castillos del Norte no molestaba demasiado a Coria, más preocupados sus habitantes de controlar lo que les podía venir del Sur, del otro lado de los Cuestos donde los moros ocupaban prácticamente el valle de la Fresnedosa que defendían desde Portezuelo y Ceclavín.

Almenarella (Gata) era menor preocupación de los moros cuya urgencia en la estrategia momentánea era defender Alcántara y es posible que estuviera en manos mahometanas cuando entró Fernando II desde Ciudad Rodrigo, pero la abatió fácilmente; el trabajo más duro eran los castillos occidentales de Eljas, Trevejo, Salvaleón, Sequeros y Benavente y contra los que envía directamente a los Caballeros Templarios en paseo triunfal.

Ese mismo año el Rey, auxiliado por el obispo de Coria Don Suero, los Templarios y el Conde Don Armengol de Urgel (nuevo Mayordomo Real) rompieron el frente por Ceclavín rindiendo la fortaleza del Puente fácilmente.

Alcántara quedó bajo la jurisdicción episcopal de Coria para Don Suero y al Conde Don Armengol le entregó la villa y sus términos «como los partía con los moros por la sierra de San Pedro». Después de asentar bien la población marchó contra los portugueses que habían atravesado la raya marcada por el Tratado de Celorico en Galiciak.

En el año 1167 el rey Fernando tiene en su poder toda la Transierra, ha pasado el Tajo conquistando Alcántara; asienta sus conquistas entregando a la Orden del Temple las fortalezas de Trevejo, Bernardo, Sequeiros, Milana, Almenarella, Portezuelo y Alconetar.

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SEÑORIO DE TRUJILLO Y RECONQUISTA DEFINITIVA 1165 – 1232

17 domingo Mar 2013

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En 1165 el rey de León, Fernando II, está preparando una ofensiva a Alcántara desde Coria, tiene liberado el valle del Ambroz donde está el conde de Sarria con sus caballeros de Montegaudio federados con los de la Espada que capitaneaba el señor de Fuentencalada, eran fieles a Fernando II pues el mismo Rey fue su fundador. El conde de Sarria y sus caballeros controlan los castillos de Granadilla, Segura de Toro y Xerit (la futura Plasencia donde han hecho una iglesia). Están esperando el asalto a Monfragüe para cuando el rey Fernando conquiste la línea del Tajo en Alcántara y Alconetar pero la llegada de los portugueses a Monfragüe sería un incordio además de ilegal pues el tratado de Celorico no lo permite.

Fernando II contaba con el conde de Urgel y los Templarios para la campaña de Alcántara, Fernando Rodríguez de Castro era su Mayordomo Real. Estaban en estas cuando les llegan noticias de los portugueses de Gerardo Sempavor en un avance sorpresa. Nos lo cuenta Aben Sahibis Salat: «… en Yumada (entre Abril y Mayo), segunda de la Hégira 560, fue sorprendida la ciudad de Toryala, y en Diskada (entre Septiembre y Octubre 1165) la notable villa de Jeburah. También la población de Cáceres en Safar (a finales de Diciembre) de 561 y el castillo de Muntajesh en Yumada (Marzo 1166) y los fuertes de Severina y Jelmaniyyah».

Fernando II envía a Fernando Rodríguez de Castro de embajador a Trujillo para parlamentar con Sempavor. No se que itinerario seguiría ni los resultados pero es posible que pasara por Xerit (Plasencia) y Monfragüe y vete a saber si no le acompaño con algún caballero el Conde de Sarria pues seis años más tarde, como veremos, tendría en su poder el castillo de Monfragüe y un convento en Trujillo. No sabemos si realmente existió este contacto pues al año siguiente Fernando Rodríguez de Castro ha de marchar a Toledo cuya plaza tiene en su poder en nombre de Fernando II que la había invadido anteriormente. En 1166, la ciudad de Toledo con Alfonso VIII y los Lara se sublevan contra los Castro y acoge con entusiasmo al monarca Alfonso VIII que aun era menor de edad y con la ayuda de la familia Lara da un golpe en la vieja capital conquistándola. Fernando Rodríguez de Castro huye de Toledo con su tropa volviendo al asunto de los portugueses.

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RECONQUISTA,FRONTERA Y ORDEN MILITAR DE ALCÁNTARA

17 domingo Mar 2013

Posted by JF.ROMERO in ORDEN ALCÁNTARA

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Vista General

En un cerro situado junto al Puente, 100 m. más arriba del nivel del Tajo, se localizan las estructuras arquitectónicas visiblemente más antiguas de esta población. Se trata de unos restos de muralla con torres cuadrangulares adosadas, con la disposición que corresponde a las alcazabas musulmanas. En una de sus puertas la del Xartin (hoy desaparecida) existió una inscripción que daba el nombre de Hacen —a— Med como constructor de esta fortificación realizada en tiempos de Abderramán 1.

A la caída del Califato pasó a pertenecer al rey taifa de Coria y, más tarde, en 1161, al rey tarifa de Cáceres.

En el siglo XII, el geógrafo musulmán el —ldrisi en su obra Descripción de España nos ofrece una de las primeras apariciones escritas del nombre de Alcántara: «Kantara —as— Saif (el puente de la Espada), es una de las maravillas del mundo. Es una fortaleza construida sobre un puente, donde la población se encuentra al abrigo de todo peligro ya que sólo puede ser atacada por el lado de la puerta».

Desde la Alta Edad Media, entre los siglos Xl y XIII, la situación fronteriza del actual territorio extremeño fortaleció su carácter militar pero no fue favorable a la aparición de poblaciones relevantes. No obstante, Alcántara se constituyó en este momento como villa de frontera, caracterizada por el gran papel que jugará la muralla y, en general, todo lo relacionado con la guerra. Se creará un auténtico núcleo urbano con una población que alternará la actividad militar con una economía agraria de signo preferentemente ganadero.

En estos años se produce la independencia de Portugal de la corona Castellano-leonesa. El rey de León siente el temor de ver cortado su paso en la reconquista hacia el sur si Portugal consolida sus fuerzas y une sus limites con los de Castilla. Fernando II. pues, decide adelantarse y reúne sus tropas en Salamanca en 1165 y al año siguiente ocupa Alcántara con ayuda del Conde Armengol VII de Urgel. La plaza volvió a manos sarracenas tras la contienda llevada a cabo por el caudillo almohade Abú —Jacob. La conquista definitiva por los cristianos se produce en 1213, en el reinado de Alfonso IX de León.

Ante la belicosidad que en estos momentos toma la Reconquista. se hace necesario contar, para la repoblación y afianzamiento de los enclaves logrados, con medios nuevos y distintos de los usados hasta entonces. Esa m,s’on fue, precisamente, la llevada a cabo por las órdenes militares, cuyo papel en la incorporaclon de la Submeseta Sur, en general, y de Extremadura, en particular, fue uno de los hechos más decisivos de la historia de la región.

La formación del patrimonio territorial de las órdenes militares en Extremadura es un fenómeno bien conocido en general, aunque la documentación presenta numerosas lagunas e insuficiencias que en el caso de la Orden de Alcántara serán dificiles de subsanar, pues sus fondos medievales se hallan perdidos.

Sabemos que en 1217 Alfonso IX entrega Alcántara a la Orden de Calatrava. A ésta le pareció difícil defender por una parte los confines de Castilla y. por otra, los de León. Por ello, renunciaron a favor de la Orden de San Julián del Pereiro, la cual babia nacido en 1156 y tenia su sede en un castillo a orillas del rio Coa, a unos 45 Krns. de Ciudad Rodrigo y a 22 de Sabugal, en actual territorio portugués. Fue aprobada por el Obispo de Salamanca poniéndola bajo la regla de San Benito con los estatutos del Cister.
Su fundador fue D. Suero y se llamó Prior de la Orden. Su hermano U. Gómez tomó el nombre de Maestre.

Diego Sánchez trasladó el convento, en 1219, de los confines salmantinos a las nuevas tierras extremeñas, continuando con la Reconquista y consiguiendo el castillo de Portillo y el de Montánchez. Ahora Alcántara se convierte en centro de irradiación de poder en todos los sentidos: militar, político, cultural y religioso. Uega a dominar 9.000Km). quedando bajo su esfera todos los municipios cacerenos situados en la actual frontera con Portugal en una ancha franja que va desde la Sierra de Gata a 5. Vicente de Alcántara, además de la comarca pacense de La Serena.

El Maestre D. Arias Pérez Gallego intervino junto a Alfonso de León en las conquistas de las ciudades de Badajoz y Mérida, por lo que se otorgaron casas en ambas y en la primera se le concedió la Iglesia de Santa Maria, que llamaron de los Freires y se hizo allí una encomienda.

En 1234, toma el maestrazgo D. Pedro Yáñez, Realizó batallas en la pro~dncia de La Serena y tomó la villa y castillo de Medellín, con otras fortalezas y aldeas de su comarca. Llevó las rentas de Medellin por merced del rey Fernando III, aunque sin tener la propiedad. Sucedieron en la tenencia de ella otros maestres de la Orden. Finalmente. Fernando IV tuvo un pleito para quedarse con la plaza. A los de Alcántara les dio a cambio algunas aldeas, mas Eljas con su castillo y Villanueva de la Serena. Por la ayuda prestada en la conquista de Córdoba recibieron una iglesia y las casas de Séneca, Más tarde tomaron Benquerencia, Zafra. Hornachuelos, Zalamea, Castilnovo, etc. Por la conquista de Murcia recibieron un pueblo al que el Maestre puso el nombre de Alcantarilla.

Con Fernando III «el Santo» asaltaron Sevilla, por la que recibieron unas casas principales en la ciudad y dos aldeas.

En 1254 se hace con la Mesa Maestral D. Carel Fernández Barrantes. que seria privado del re~ Alfonso X el Sabio. Consiguió Arcos, Lebrija, Niebla y todo el Algarve.

Muchos han sido los hechos de armas y las gestas de la Orden de Alcántara, que la hicieron estar durante toda la Baja Edad Media en primera línea de la política nacional. Por esta causa la villa se verá en ocasiones asediada, Otras veces, las mismas disensiones dentro de la Orden provocaban ese mal endémico y que debía traducirse en la constante vigilancia de las murallas.

Por último, cl protagonismo de primera inca les lleva también a tomar partido en las luchas dinásticas tan frecuentes en la España Medieval, D. Pedro l «el Cruel> estuvo en Alcántara después de la batalla de Nájera y de aquí marchó con sus seguidores a combatir a su hermanastro Enrique de Trastámara.

Tras la conflictiva subida al trono de los Reves Católicos, la reina Isabel de Castilla se entrevistó aqui con su tía la infanta Dft Beatriz de Portugal desde el día 20 de marzo al 23 de abril de 1479, para concertar la paz entre los dos reinos.

El rey católico, con la aprobación pontificia, siguiendo una de las normas de su reinado, la de sometimiento de la nobleza, fue constituyéndose en administrador de las diversas órdenes. Por ello, D. Juan de Zúñiga, 37 y último Maestre de la Orden, manifestó al Papa Alejandro VI que estaba dispuesto a renunciar al Maestrazgo en los reyes. D. Juan se retiró al palacio que se hizo construir en Villanueva de la Serena, convertido en iglesia conventual de a Orden. Vivió allí varios años acompañado de sus religiosos y de varios personajes de la época, célebres en el campo de las letras y las artes: el bachiller Trejo, jurista y Caballero de Alcántara; el teólogo dominico Fray Domingo; el médico judío Doctor Parra; el gramático Marcelo de Nebrija y el músico Solórzano. que fue su maestro de Capilla, El retiro del joven maestre fue un foco de humanismo en la Extremadura del Renacimiento.

Siglo: 0 d.C
Historias de ALCANTARA, publicado por bikator

LAS VENTANAS DE LA IGLESIA TEMPLARIA DE SAN JUAN BAUTISTA DE BURGUILLOS DEL CERRO

17 domingo Mar 2013

Posted by JF.ROMERO in CONVENTOS

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Burguillos del Cerro, oculos templarios varios San Juan Bautista
La iglesia de San Juan Bautista de Burguillos
del Cerro perteneció a la orden del Temple por la
ayuda prestada a la corona en la reconquista de los
territorios extremeños, desde 1238 hasta la
disolución de la orden en 1312. Emplazada en la
frontera de defensa del reino de León del avance
almohade durante los siglos XII a XIII, incluye una
qubba musulmana, fue iglesia hasta 1797 y luego
cementerio hasta 1908. Destacan por su singularidad
las ventanas angostas del ábside así como las
ventanas de tracería ojival de la nave principal y los
rosetones de la qubba convertida en capilla funeraria
a fines del siglo XIV.
En la defensa de la frontera cristiana de los
reinos hispánicos de Al-Ándalus, participaron las
órdenes militares que se crearon en la primera mitad
del siglo XII, conservando el espíritu de las cruzadas.
De las tres que se fundaron en los reinos de Castilla
y León, dos nacieron en Extremadura, y la orden del
Temple tuvo en Badajoz su principal campo de
acción ya que en ningún lugar del territorio
intervino de forma tan decisiva. Recibiendo tierras en
Burguillos por la ayuda prestada a la corona en la
reconquista de la provincia El rey Alfonso IX del
reino de León le dio el impulso definitivo, iniciando
una gran campaña para la conquista estratégica de la
línea del Guadiana, tomando la plaza de Badajoz en
1230, continuando con las de Jerez, Fregenal de la
Sierra, Burguillos del Cerro y Alconchel, que
constituían la principal encomienda templaria en la
Península Ibérica, con una extensión de 2.889
kilómetros cuadrados.

FUENTE DEL MAESTRE Y LOS CABALLEROS DEL CIELO ( Los Templarios).

17 domingo Mar 2013

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parroquia
El nombre presagiaba la relación de éste con las Órdenes Militares, ( Santiago, Montesa etc…), alguna de ellas heredera de los bienes Templarios.
Este pueblo estuvo relacionado con la Orden del Temple, a pesar de no contar con demasiada documentación que lo acredite, debido según algunos historiadores a que desde la abolición de la Orden en el Concilio de Viennen en 1312, la mayor parte de los herederos de sus bienes,( Reyes, Nobles, Frailes y sobre todo las Órdenes Militares, con la de Santiago a su cabeza), intentaron ocultar la procedencia de éstos, para librarse de una reputación negativa.

En la primera Cruzada en 1095, el caballero francés Godofredo de Buillón rescata Jerusalén del poder Turco. Unos años después en 1118, un grupo de compañeros de éste, deciden consagrar sus vidas a la custodia y defensa de los peregrinos que llegan a Tierra Santa.
Lo que empezó con sólo nueve Caballeros, llegó en sus doscientos años de existencia a tener más de treinta mil miembros, y ser la más temida y rica Orden de Caballería.
El origen de los Templarios no puede ser más modesto, no tienen nada, por lo que el Rey Balduino II Rey de Jerusalén, les aloja en una parte de su Palacio levantado sobre lo que fue el Templo de Salomón, de ahí tomaron su nombre;
“ Orden Militar del Templo o Temple de Jerusalén”.
El hábito de los Templarios, era el manto blanco con una cruz roja, que les concedió el Papa Eugenio II, éste estaba reservado sólo a los Caballeros que habían hecho votos perpetuos.
Debían llevar el pelo corto y la barba hirsuta.
Comían carne tres veces a la semana, guardando abstinencia el resto de ella.
Dormían en un jergón y el dormitorio tenía que estar siempre iluminado.
Les estaba prohibido usar oro y plata, a no ser que fuera recibido como limosna.
Era tradición que para recibir a los peregrinos, tenían que montar un mismo caballo dos de los Caballeros.
Cuando morían se les enterraba de cara al suelo, clavadas sus vestiduras a una tabla.

Entre Hugues de Payns (1119-1136) y Jaques de Molay (1293-1314), hubo en total 21 Maestres.

El 15 de Marzo de 1314, Jaques de Molay , fue condenado junto a treinta y cinco Templarios más, a morir en la hoguera en la isla de los judios, frente a Notre Dame.
Cuenta la leyenda que en la misma pira crematoria, proclamó su inocencia y la de la Orden, y emplazó ante el Juicio Divino, al Papa Clemente V, en el plazo de un mes, y al Rey Felipe IV, en el plazo de un año.
El Papa murió a los cuarenta días, y el Rey ocho meses después.

En algunos Países, como España y Portugal, se dió a los Templarios un tratamiento respetuoso.
Algunos de los Templarios que sobrevivieron, crearon la Orden Militar de Montesa.

“ PROCESSUS CONTRA TEMPLARIOS”.

El 25 de Octubre del 2007, los responsables del Archivo Vaticano, publican el Documento “ Processus contra Templarios”, que recopila “el manuscrito de Chinon” y otras actas de exculpación de los Templarios, a los setecientos años de la disolución de la Orden.
Estos documentos se encuentran en el Archivo secreto del Vaticano, y estuvieron extraviados desde el siglo XVI, por estar guardados en un lugar erróneo.

En el” processus contra Templarios”, se establece :

1) El Papa Clemente V, no estuvo convencido de la culpabilidad de la Orden.
2) Jaques de Molay y el resto de Templarios fueron absueltos por el Santo Padre, después de morir.
3) La Orden no fue condenada sino disuelta bajo pena de Excomunión.
4) El Papa permitió a los ajusticiados, recibir los Sacramentos.
5) Clemente V, negó las acusaciones de Herejía y Sodomía, de las que fueron acusados por el Rey de Francia.
6) El martirio de los Templarios fue un “sacrificio”, para evitar el Cisma con la Iglesia Francesa.
7) Las acusaciones fueron falsas y obtenidas bajo tortura.

( Quiero decir aquí, que hithorso, puso en el foro, un documento que me parece muy importante, las fotografías que hizo de estos Manuscritos, en la Exposición de Facsímiles de Incunables, que tuvo lugar en Salamanca en Septiembre del 2008).
Gracias de nuevo por hacernos partícipes de ello, hithorso!!!!!

Y en relación con Fuente del Maestre.
En las crónicas de las Ordenes de Santiago y Alcántara se da noticia de este pueblo de Badajoz, al que concedió el título de “ciudad”, la Reina Regente María Cristina.
En 1594 contaba con 1074 “ Pecheros” o privilegiados por razón de Nobleza o Clero.
Debe su nombre al Maestre de la Orden de Santiago, Lorenzo Suárez de Figueroa, del que tomó su escudo la Villa.

Dos curiosidades apoyan la teoría de que los Templarios al igual que en otras localidades cercanas, estuvieron en este pueblo, una es la gran Cruz Templaría que se
conserva en la puerta nueva, frente a la muralla, la otra incógnita sería, ¿Qué elemento importantísimo se protegía en la Villa?, para disponer de doble recinto amurallado.

PATRIMONIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LAS ÓRDENES MILITARES EN EXTREMADURA.

14 jueves Mar 2013

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CASTILLO DE MONTANCHEZ

Una Mirada a los Territorios: Comarca de Montánchez y Tamuja – Cáceres- Comarca Tajo-Salor-Almonte». Desde este epígrafe hemos intentado analizar los vestigios patrimoniales heredados de las Órdenes Militares en los territorios de Tajo-Salor-Almonta, dominados en su mayor parte por la Orden de Alcántara, prosiguiendo el estudio hasta Cáceres, ciudad donde se funda la Orden de Santiago y llegando a nuestra comarca, en la que prima el poder santiaguista.

Las Órdenes Militares nacen en la Edad Media hispánica con un doble fin: por un lado la defensa del territorio de las invasiones musulmanas y por otro la defensa del cristianismo, es decir las Órdenes Militares muestran una doble vertiente: la militar y la religiosa. En la Península Ibérica aparecen numerosas Órdenes Militares, conocidas como autóctonas por algunos autores[1], ya que las grandes Órdenes Universales como fue la Orden del Temple, tiene una fundacion fuera de los reinos hispánicos, El temple es fundada en 1118 o 1119 por caballeros franceses liderados por Hugo de Payens tras la Primera Cruzada. Su propósito original era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaron a Jerusalén también tuvieron su presencia en el territorio hispánico.

En el solar de los reinos hispánicos se ubicaron a lo largo de la etapa medieval seis Órdenes Militares, que poblaron gran parte del territorio: «El Temple» Destacó su participación en la batalla de las Navas de Tolosa y la conquista de Murcia. La Orden de Calatrava nace en la villa de Calatrava, Ciudad Real. El Santo Sepulcro eran los supuestos encargados de custodiar la tumba de Cristo, en España, la orden estuvo protegida por Alfonso I el Batallador, rey de Aragón. «Montesa» La Orden de Santa María de Montesa fue fundada el 10 de enero de 1317 por el rey Jaime II de Aragón, la orden se convirtió en un importante ejército al servicio del trono de Aragón. La Orden de Santiago se fundó en Cáceres, hacia 1170 reinando en León Fernando II. El fundador y primer maestre, es don Pedro Fernández, a esta congregación de Caballeros se le encomienda la defensa de Cáceres contra los almohades. La Orden de Alcántara nace hacia 1175 con la llamada orden de San Julián del Pereiro, germen de la posterior Orden de Alcántara tiendo su sede ya hacia 1218 en Alcántara.

Con la creación de las llamadas Órdenes Autóctonas, con votos de pobreza, obediencia, castidad y defensa de la cristiandad con la fuerza de las armas, aparece la figura del monje-guerrero. Frente a las órdenes de Tierra Santa, como es la Orden del Temple, dependientes del Papa con una vocación de cruzada oriental llamadas milities Christi (soldados de Dios) las Órdenes Autóctonas hispánicas sin dejar de ser defensores de la cristiandad muestran una clara unión militar con las monarquías preferentemente los reinos de Castilla, León y la corona de Aragón. El reino de Portugal presenta la misma fórmula, por otra parte el Reino de Navarra no poseyó Órdenes Autóctonas por carecer de fronteras con al-Andalus. Las Órdenes Militares son consideradas por los estudiosos, como instrumentos de la Iglesia y las monarquías. Cumpliendo las Órdenes Militares las siguientes funciones: militar, eclesiástica, hospitalaria, económica y política esto se ve reflejado en su patrimonio histórico-artístico, que ha sido el objeto principal de nuestro estudio.

El estudio que hemos realizado se ha dividido en diferentes capítulos, comenzando con una introducción general de las Órdenes Militares, para pasar a estudiar de forma detenida la Orden de Alcántara y Orden de Santiago. Como patrimonio de las Órdenes Militares, en nuestro caso, la Orden de Santiago, hemos analizado las diferentes tipologías de patrimonio; la Arquitectura Militar, con sus fortificaciones como es el Castillo de Montánchez, sede de la Encomienda y el desaparecido castillo de Almoharín. Dentro del capítulo de Arquitectura Civil hemos diferenciado las Casas de la Encomienda y los Hospitales. En la comarca solo hemos localizado un ejemplo de Casa de la Encomienda, la Casa de la Encomienda de Alcuéscar, hoy desaparecida, se situaría en las cercanías de la plaza de la localidad, quedando constancia de la existencia de este edificio en los archivos. Dentro de la Arquitectura Civil enmarcamos a su vez los hospitales, muy numerosos en nuestro territorio; poseyeron edificios hospitalarios las poblaciones de Albalá, Alcuéscar, Almoharín, Arroyomolinos, Casas de Don Antonio, Montánchez, Salvatierra de Santiago, Sierra de Fuentes, Torremocha y Zarza de Montánchez. Aunque en la actualidad la mayoría de construcciones no se conservan en pie, sí nos quedan algunas muestras de las ermitas que poseyeron estos edificios sanitarios, como es el caso de la Capilla de San Miguel de Sierra de Fuentes y tal vez la ermita de la Piedad en Torremocha formaría parte de un hospital. El único hospital que conserva el inmueble en pie, es el ubicado en Salvatierra de Santiago conocido como «Hospital de Peregrinos».

La Arquitectura Religiosa, aparece como el ejemplo mejor conservado, en la mayoría de las iglesias de nuestros pueblos encontramos referencias a la Orden de Santiago, buen ejemplo de ello es la fachada plateresca de la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación en Arroyomolinos, si miramos de forma detenida la decoración en piedra de dicha fachada, podremos apreciar la cruz de Orden de Santiago, elemento identificativo, mostrando que esta población formó parte de los territorios santiaguistas. No debemos dejar a un lado las numerosas ermitas que se conservan en las nuestras poblaciones, muchas de ellas construidas por donación y/o cofradías vinculadas a la Orden.

Desde estas breves líneas intentamos dar una proyección social a nuestro estudio, pudiendo en los números sucesivos del periódico Sierra y Llano, analizar de forma exhaustiva y monográfica, cada una de las tipologías arquitectónicas que hemos apuntado en los párrafos anteriores. Creemos, desde nuestra humilde opinión, que este estudio es el primer paso que hemos realizado para desarrollar de forma más amplia el conocimiento de la etapa medieval y moderna de nuestra comarca, conociendo los recursos que poseemos podremos en un futuro, proyectar al exterior la riqueza histórica-artística de nuestro pueblos, estableciendo líneas futuras de actuación en cada uno de los recursos patrimoniales, con el fin último de crear de una ruta turística de Órdenes Militares en el territorio que conforma ADISMONTA, no sólo para foráneos, sino también para los lugareños.

Las Órdenes Militares nos ofrecen una visión diferente de nuestra comarca, consideramos que es el momento apropiado para potenciar este recurso.

[1] Los órdenes militares en la Europa Medieval, Novoa Portella, Feliciano y De Ayala Martínez, Carlos (edit.) Barcelona, 2005 Pág. 101

( Elisabeth Fragoso Pulido )

LA ECONOMÍA Y LAS FINANZAS DE LA ORDEN DE ALCÁNTARA EN EL SIGLO XV.

11 lunes Mar 2013

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La posibilidad de estudiar de un modo bastante completo las realidades económicas de las tierras alcantarinas, sólo se produce a partir del momento en que los Reyes Católicos se hacen cargo del maestrazgo. Con anterioridad a esta fecha, esta tarea resulta imposible, dada la total ausencia de documentación referida a estas cuestiones. No existen libros de visita a los que poder acudir para observar la evolución económica de las distintas encomiendas y prioratos. Tampoco se conservan ningún tipo de noticias referidas a los bienes y rentas dependientes de la Mesa Maestral.

Dos son los objetivos que pretendemos conseguir en estas páginas dedicadas a los aspectos económicos. En primer lugar, clasificar y analizar las rentas percibidas por la Orden como señora que ejerce un dominio territorial y jurisdiccional en una amplia zona, a partir de los datos que se pueden extrapolar de algunos libros de visita de la primera mitad del siglo XVI y que se pueden aplicar para el siglo XV sin peligro de cometer graves errores de interpretación. También a partir de las noticias que poseemos sobre los bienes y rentas de la Mesa Maestral entre los años 1495 y 1504, es decir, los diez primeros años de administración del maestrazgo por parte de los monarcas.

El segundo aspecto que será objeto de nuestro análisis serán las finanzas de la Mesa Maestral entre los citados años de 1495 y 1504, en base a las relaciones de gastos e ingresos de la misma que se contienen en el legajo 11 de la sección de Contaduría Mayor de Cuentas del Archivo de Simancas.

1. Las rentas

Muchas son las páginas que se han dedicado al problema de la clasificación de los ingresos feudales. Desde la concepción jurídica de Salvador de Moxó at que intenta hacer corresponder los distintos tipos de rentas con los distintos elementos constitutivos de un señorío, hasta la clasificación utilizada por Martínez Moro, basada en una concepción flexible a partir del carácter compacto que reivindica para el régimen señorial en sus partes constitutivas y en su resultado fiscal, sugiriendo a cada autor que elabore su propia clasificación en función de las preguntas que realice al material bruto de que disponga.

El esquema de clasificación que se presenta, sin intención alguna de intervenir en la polémica, sigue en líneas generales los criterios que presiden la clasificación elaborada por Emma Solano en su trabajo sobre la Orden de Calatrava al Clasificación que, desde mi punto de vista, huye de la concepción estrictamente jurídica para agrupar las rentas en base a criterios en los que lo fundamental es la búsqueda de la claridad expositiva.

Antes de empezar, es preciso realizar otra advertencia. Algunas de las rentas mencionadas, como, por ejemplo, los derechos sobre las compraventas, los derechos de tránsito, los derechos de carácter judicial o los de control sobre los cargos concejiles, son derechos que la Orden tenía en virtud de su condición de señora jurisdiccional de un territorio; así, pues, son perfectamente incluibles dentro del apartado de tributos o rentas señoriales. Nuestra intención al separarlos es únicamente la de buscar una mayor claridad en la exposición.

Los ingresos más importantes procedían de lo percibido por las distintas explotaciones de las dehesas. Sobre todo, el herbaje de «invernadero » y «veraneadero» o «agostadero», proporcionaban grandes beneficios r Junto a ello el aprovechamiento de pesquerías al o de zonas de cultivo y bosque, etc. Todo ello en conjunto solía constituir el capitulo más amplio de ingresos de las encomiendas y uno de los más importantes en el caso de la Mesa Maestral.

Otros ingresos mencionables procedían del arrendamiento de casas para vivienda o para servicios públicos. Además el arrendamiento de algunos yacimientos, como el de «los mineros de La Serena», que estaban reservados a la Mesa Maestral, proporcionaban importantes beneficios de señora jurisdiccional y territorial; es un tipo de rentas que, en muchas ocasiones, es asimilable a los dos niveles.

Podemos citar abundantes ejemplos. En la encomienda de La Puebla podemos agrupar en este apartado las siguientes: martiniega y fuero; el comendador recibía dos corderos asados, pan y vino el día de Pascua, y la obligación de todos los vecinos de ir a prestar servicio a la fortaleza un día al año. En la encomienda de Azeuche ‘a el comendador tenía derecho de pasto en los baldíos de la villa; además todos los vecinos con un par de bueyes debían prestar al comendador dos huebras, es decir, prestación en trabajo consistente en que el campesino labra las tierras del señor con sus propios animales de tiro. Por otro lado, «no se podía romper ni cavar en el camino que va de la villa a la huerta de la encomienda». En la encomienda de Lares», los vecinos, aparte de la martiniega, tienen la obligación de presentar la caza y la pesca ante el comendador para que éste tome de ella lo que quiera; además el comendador tenía el derecho de cortar leña y poseía el coto de caza y pesca en el río Zújar. Por último, el comendador recibe de los vasallos treinta huebras al año y tiene el derecho de vender libremente el vino del diezmo. En la encomienda de Galizuela ‘ no se podía vender vino hasta que no se vendiese lo producido en el término; por otro lado, el comendador también tenía el derecho de caza y pesca libre. El comendador de Villasbuenas» percibía, entre otras rentas, el humo y martiniega y dos yantares, uno de los cuales se debía dar en comida «al comendador o a quien fuere cada año a nombrar uno de los alcaldes en su nombre. El comendador mayor recibía de la misma encomienda un yantar anual en metálico consistente en 456 maravedíes. En el lugar de El Arquillo», perteneciente a la encomienda de Portezuelo, el comendador recibía dos huebras por cada labrador y dos cargas de paja y una de leña por vasallos; además recibía un yantar y un cordero recental y cincuenta huevos por Pascual Florida. Entre las rentas de la Clavería en La Torre de don Miguel ~ lugar situado en la zona de la Sierra de Gata, aparecen un yantar anual de 476 maravedíes y el derecho del clavero de coger las cubas que necesitase para encerrar su vino. En la encomienda de Salvatierra «, el comendador recibe yantar y martiniega. La Mesa Maestral recibía numerosos yantares en ambos partidos, los pertenecientes al partido de Alcántara» rentaban, unos años con otros, en torno a veinte mil maravedíes.

Dentro de este mismo apartado pueden incluirse los monopolios senoriales, es decir, el derecho que tenía la Orden a la explotación en exclusiva de algunos servicios y establecimientos de carácter público. Así, la Mesa Maestral poseía en Villanueva de Barcarrota, la renta de las carnicerías, que en 1525 rentaba tres mil maravedíes. En la encomienda de Salvatierra, el comendador recibía diez mil maravedíes en 1497 por la «renta del jabón». Algunos de los derechos que antes hemos señalado que poseían los comendadores sobre la venta del vino pueden considerarse como monopolios señoriales.

Derechos sobre las compraventas – La renta más común dentro de este apartado es la de la Veintena. En Alcántara, según el inventario de rentas que conocemos, esta renta pertenece a la Mesa Maestral desde 1498 y, unida al portazgo de la villa, supuso ese año once mil maravedíes. En Salvatierra aparece unida al «mayorazgo y pan de peso» y supuso en 1497 cuatro mil maravedíes. En relación con lo anterior están las rentas sobre pesos y medidas. Por ejemplo, la Mesa Maestral poseía en Villanueva de Barcarrota la renta del «colodiazgo y medidas».

Derechos de tránsito – Debe incluirse aquí, en primer lugar, el Almojarifazgo, muy frecuente en los lugares del partido de La Serena ~’, es renta que está adscrita a la Mesa Maestral. Se cobraban también Portazgos en todo el señorío de la Orden. En Villasbuena, el comendador cobraba el portazgo de todo lo que pasaba por la villa y por el puerto de Perosín. El portazgo en Salvatierra en 1497 supuso dos mil quinientos maravedíes. Las rentas del «Travesio » eran también portazgo que recibían este nombre en algunos lugares, como Las Brozas y La Zarza «. En el primero de estos lugares su valor oscilaba entre los cinco mil maravedíes en 1495 y nueve mil ciento diez y seis en 1503. Otro tributo que aparece con frecuencia es el Montazgo, cuyo significado es conocido.

Los abusos en este tipo de impuestos debieron ser frecuentes, conocemos algunas quejas referidas a ellos. Por ejemplo, los vecinos de Alcántara se quejaban de un impuesto que cobraba el alcaide del Puente de Alcántara, consistente en quedarse con la cuarta parte de todo lo que pasase por el dicho puente, ya que «… si se ahoga algún hombre y le pasan por allí a la villa lleva por derechos del cuarto un marco de plata». Los Reyes Católicos, a quienes iba dirigida esta queja en el año 1495, pidieron al gobernador de la Orden que recogiese información del asunto y viese si el dicho alcaide tenía facultad para cobrar este impuesto «.

Derechos y rentas de carácter judicial – En su condición de jueces, los comendadores recibían el importe de todos los tipos de multas que se imponían en el señorío. Recibían normalmente el nombre de «peñas y caloñas» y aparecen en numerosas encomiendas y lugares dependientes de la Mesa Maestral, como Villanueva de Barcarrota. En la encomienda de Eljas «, el comendador recibía un tercio de las penas. En Azeuche, el comendador tenía el derecho de «nombrar, guardar y llevar penas». También corresponde encuadrar dentro de este apartado lo que cobraba el comendador de Villasbuenas, es decir, ‘las dos partes de los sacrilegios y el quinto de los que mueren abintestatos y penas de perjuros y sangre de sobreojos» y lo que recibía el comendador de Portezuelo en El Arquillo por «la sangre rota y armas abueltas’.

Derechos de control sobre los cargos concejiles – Los comendadores designaban normalmente a los oficiales de los concejos del señorío -alcaldes, alguaciles, escribanos, etc.-, ejerciendo los vecinos en la mayoría de las ocasiones el derecho de presentación. En algunos casos, el comendador se limitaba solamente a recibir el juramento de los oficiales elegidos por el concejo> así acurría en la encomienda de Eljás. Por el contrario, en la encomienda de Lares, A comendador tenía el privilegio de nombrar los alcaldes sin presentación previa. En Villasbuenas, los vecinos tenían que dar un yantar al comendador o a quien fuese en su lugar a nombrar uno de los alcaldes de la villa.

Estos derechos sobre los cargos concejiles podían arrendarse o, para ser más exactos, lo que realmente se arrendaban eran los cargos. Es el caso de las escribanías, las cuales en su mayoría, al menos desde el momento en que los monarcas se hicieron cargo de la administración de la Orden, dependían de la Mesa Maestral, aportando sustanciosos ingresos a la misma su arriendo. Por ejemplo, la escribanía de Alcántara en los años de tránsito del siglo XV al XVI rentaba en torno a los cincuenta mil maravedíes anuales.

Diezmos – Constituían una de las principales fuentes de ingresos, tanto de las encomiendas como de la Mesa Maestral. Los tipos de diezmos que pueden señalarse son muy numerosos. Los diezmos sobre el pan, los cereales y el vino son los que con más frecuencia hemos encontrado. Los diezmos sobre el ganado son abundantes, pero aquí las particularidades son frecuentes, muchas veces aparecen de forma independiente y otras muchas están incluidos dentro de los diezmos de menudos. En la encomienda de Eljás se cobraba el diezmo sobre los ganados que se criaban en las dehesas del término, pero no sobre los transhumantes. En Lares la mitad del diezmo era para el comendador y la otra mitad para la Mesa Maestral. En la encomienda de Belvis y Navarra», el diezmo que se cobraba sobre los ganados iba a parar a la Mesa Maestral si su dueño no era ni vecino ni vasallo de la Orden, pero si lo era el diezmo lo cobraba el comendador. Eran frecuentes también los diezmos sobre los garbanzos y otras hortalizas y sobre el queso, la lana y el lino, apareciendo en ocasiones de modo independiente y otras incluidos en los menudos, esto dependía de la importancia de su cuantía. Las minucias o diezmos de menudos se aplicaban a las crías de ganado o a productos agrícolas o ganaderos considerados de pequeña importancia; aparecen normalmente en todas las relaciones de rentas que hemos tenido ocasión de consultar.

Otros diezmos que también aparecen con cierta frecuencia son los de la miel, cera y enjambres, así como el de tejas y ladrillos, sobre sus distintas particularidades nos remitimos a lo especificado en el apéndice. Junto a los diezmos, sobre todo los del pan, cereales y vino, los comendadores solían recibir las primicias. El Pie del Altar hace referencia al diezmo de algunos productos, generalmente de los incluidos en los menudos, que debían entregarse para el mantenimiento de los clérigos en las iglesias locales. Sin embargo, de hecho, siempre que hemos encontrado este tipo de renta, iba a parar a manos del comendador, bien en su totalidad bien en parte, como es el caso de la encomienda de Villasbuenas, donde el comendador recibía el tercio del pie de altar que en 1529 supuso la cantidad de mil ciento setenta y un maravedíes.

Los derechos sobre las minorías confesionales.-Pocas son las noticias que poseemos para este apartado. Cuando nos refiramos al potencial demográfico en las tierras de la Orden, hablaremos de la población judía y mora en base a algunos datos procedentes de la fiscalidad real. La única referencia a una capitación especial sobre las minorías confesionales por parte de la Orden, son las llamadas «lampreas de los moros», que correspondían a la Mesa Maestral en el partido de Alcántara y se cogían junto con los yantares y algunas otras rentas de menor importancia. En el año 1502, se recaudaron los yantares «sin las lampreas de los moros que se habían tornado cristianos «. Aunque no podemos asegurar el carácter de esta capitación, parece posible admitir que fuera algo similar a los yantares que pagaba la población cristiana, dado que se cobraban juntos. De todos modos su importancia económica era escasa. En cuanto a los judíos la ausencia de noticias es absoluta.

Rentas y derechos procedentes de mercedes reales – Debemos referirnos fundamentalmente a los juros «por heredad». Sólo he encontrado noticias referentes a la Mesa Maestral. Unos juros sobre las alcabalas de Coria y Alcántara por valor de ochenta mil maravedíes que la Orden había obtenido como compensación a la pérdida en 1450 de las posesiones que tenía en tierras de Castilla la Vieja «. Y otro juro de diecisiete mil quinientos ochenta maravedíes sobre las rentas de las alcabalas de Villanueva de Barcarrota. Es probable que algunas encomiendas poseyeran también juros de este tipo, si bien de menor importancia.

2. Las finanzas de la Mesa Maestral (1495-1504)

Como ya hemos señalado anteriormente, la base de este análisis de las finanzas de la Mesa Maestral son las relaciones de gastos e ingresos de la misma entre los años 1495 y 1504, contenidas en el legajo 11 de la Contaduría Mayor de Cuentas del Archivo de Simancas. Hay que señalar algunas cuestiones previas. La relación de ingresos está dada por los herederos de los que fueron contadores de la Orden en estos diez años, es decir, Francisco de Madrid, hasta el año 1500, y su hijo, Nufrio Ramírez de Madrid en los años posteriores. Por el contrario, en la relación de gastos son los propios monarcas los que ordenan a los dichos contadores que realicen las libranzas. La conclusión fundamental que de esto se puede sacar es que, en buena lógica, la relación de gastos presenta una mayor fiabilidad que la de ingresos.

La estructura burocrática soporte de la administración económica en tierras de la Orden es muy poco compleja. La figura del Contador Mayor aparece en la cúspide de esta mínima estructura, él es el encargado tanto de la percepción de las rentas como de pagar las libranzas, limitándose a obedecer, al menos en este segundo aspecto, las directrices emanadas de los reyes. A partir del año 1498 aparecen dos nuevos personajes: el mayordomo de la villa de Alcántara y el mayordomo de la Sierra de Gata.

La tarea de ambos era la percepción de las rentas en dichos lugares; su salario era de diez mil maravedíes anuales, mientras que el del contador mayor era de cuarenta mil. Pienso que sus atribuciones no eran excesivas, simplemente debían ser oficiales a las órdenes del Contador Mayor y, en definitiva, el último eslabón del poder señorial de la Orden en el terreno económico.

Los ingresos – Los ingresos de la Mesa Maestra en el partido de Alcántara procedían de tres núcleos fundamentales: la propia villa de Alcántara, la zona de la Sierra de Gata -en la que se incluyen la propia villa y una serie de lugares menores, como La Torre de don Miguel, Santibáñez, Villasbuenas, Cilleros, Valverde y Navasfrías- y la villa de Valencia de Alcántara. Entre los tres núcleos aportaban todos los años más del 70 por 100 de los ingresos de la Mesa Maestral. De los tres, el más importante sin duda era Alcántara, con una aportación que oscilaba entre el 28,3 por 100 del total en 1498 hasta un 53,9 por 100 en el año 1500.

A partir del año 1501, la villa de Villanueva de Barcarrota se configura como otra fuente de ingresos importante, en torno al 25 por 100 del total. Papel creciente que contrasta con el descenso experimentado en la importancia de las rentas procedentes de la Sierra de Gata, que en estos años se sitúan sólo el 6 por 100 ó 7 por 100 del total, mientras que en años anteriores habían supuesto más del 20 por 100. Lo mismo cabe decir de las rentas procedentes de Valencia de Alcántara, que en los primeros años del ejercicio superaban el 30 por 100 y a partir de 1501 se sitúan entre el 10 y el 15 por 100.

Al manejar las cifras expresadas en tantos por ciento, podemos inducir a un error de interpretación que es preciso evitar. Este descenso en la importancia porcentual de las rentas procedentes de la Sierra de Gata y Valencia de Alcántara, no significa necesariamente una disminución tan enorme de las rentas procedentes de estos lugares -si es cierto que se produce una disminución pero no tan extremada-, sino que ponen de manifiesto el progresivo aumento de los ingresos totales de la Mesa Maestral al surgir otros núcleos, como Villanueva de Barcarrota, o crecer la importancia de otros, como Alcántara, cuyas rentas a partir del año 1500 suponen más del 50 por 100 del total de lo percibido por la Mesa Maestral.

Las cantidades procedentes de otra serie de núcleos, como Herrera o Las Brozas, o los ingresos procedentes de los yantares que percibía la Orden en numerosos lugares del señorío, representaban muy poco en el conjunto total.

Párrafo aparte merecen las rentas procedentes de dehesas, que, en general, carecen de importancia la mayoría de los años, salvo en 1498, 1499 y, en menor medida, 1500, en que la Mesa Maestral disfrutó de las rentas de las dehesas de la encomienda de Belvis y Benfayán, que ya en 1501 fue provista de comendador, con lo que la Mesa Maestral dejó de percibir sus rentas.

Los gastos – La primera característica que destaca al observar la relación de los gastos de la Mesa Maestral, es el progresivo aumento de los mismos. Durante los cuatro primeros años, es decir, hasta 1498, las libranzas no alcanzaron el medio millón de maravedíes anuales. Sin embargo, a partir del año siguiente las cifras se sitúan en torno al millón, alcanzando el año 1503 la cifra de un millón cuatrocientos sesenta y ocho mil setecientos ochenta y seis (1.468.786). Parece, pues, evidente que durante los primeros años de su administración, los reyes limitaron al máximo los gastos a realizar.

Es comprensible esta política si observamos que también en estos primeros años los ingresos aparecen muy mermados por las concesiones hechas, tanto al último maestre, don Juan de Zúñiga, como a otras dignidades de la Orden. Sólo a partir de 1498, cuando los monarcas entraron en posesión de parte de los bienes que disfrutaba el comendador mayor, los ingresos, y los gastos como ya hemos dicho, se multiplicaron.

Los gastos aparecen agrupados en tres apartados claramente diferenciados. En primer lugar, las asignaciones dadas a los tenentes de las fortalezas dependientes de la Mesa Maestral, que, en general, suponían más del 30 por 100 de los gastos anuales, llegando algunos años, como 1496 y 1497, a superar el 70 por 100.

Ya hemos señalado en otro lugar el hecho de que, al margen de las cantidades en metálico, se asignaban a algunas fortalezas cierta cantidad de trigo, cebada o vino. Desgraciadamente como la contabilidad de estos productos se llevaba independientemente de las cantidades en metálico, y no conocemos dicha contabilidad, no nos es posible hacer ninguna consideración al respecto.

El segundo apartado de los gastos se refiere a los salarios y quitaciones de oficios. El tanto por ciento que representaban respecto a la cantidad total era considerablemente menor, pero también importante. La mayoría de los años oscilaba en torno al 20 por 100, sólo algunos años, como en 1498 o en 1501, superó el 30 por 100. Aunque hay variaciones en los distintos años, en todos ellos aparecen siempre tres sueldos que constituyen la base fundamental de este capitulo de gastos; nos referimos a los sueldos del gobernador de la Orden, al del abogado de los pobres y al del contador mayor de la Orden.

La tercera partida de las libranzas incluye las limosnas y, desde el año 1499, el mantenimiento de los caballeros de la Orden. Será precisamente a partir de dicho año cuando el peso específico de esta partida comience a tener importancia en el conjunto general de gastos, hasta este momento su importancia había sido escasa, situándose por debajo del 10 por 100, superando algunos años el 30 por 100. En algunos años aparecen apartados especiales. En el año 1499 se destina una importante partida a pagar los atrasos acumulados en los años anteriores, fundamentalmente cantidades que se adeudaban a los tenentes de algunas fortalezas. Supuso el 14,5 por 100 de los gastos de dicho año. El año 1503 se destinaron medio millón de maravedíes a las obras de construcción del nuevo convento de Alcántara, cantidad que supuso el 34 por 100 de los gastos de dicho año.

Visión de conjunto de las finanzas maestrales.- Comparando ambas relaciones puede observarse que el balance siempre resulta positivo. Sólo el año 1497 el balance se presenta equilibrado, con un beneficio mínimo de 322 maravedíes. El resto de los años los beneficios oscilan entre los 33.244 maravedíes del año 1496 hasta los 471.250 del año 1500.

Globalmente las rentas de la Mesa Maestral en el partido de Alcántara supusieron una cantidad total de 10.653.464 maravedíes, mientras qué las libranzas realizadas sobre esos ingresos supusieron 8.350.958 maravedíes, de lo que resulta un beneficio total en estos diez años de 2302.506 maravedíes, es decir, el 21,6 por 100 de los ingresos.

Valorando estas cifras, podemos decir que la administración del Maestrazgo por parte de los Reyes Católicos se presenta si no como una empresa excesivamente lucrativa tampoco como un negocio deficitario ni mucho menos. Más bien si puntualizamos esta afirmación nos daremos cuenta que la labor administradora de los reyes se presenta como algo extremadamente positivo. Hay que tener en cuenta que los Reyes Católicos gobiernan una Orden de Alcántara que no era ni la mitad de lo que había sido en los años anteriores del siglo XV, tanto por lo que se refiere a su dominio territorial como a su nivel de rentas. Todo el partido de La Serena, probablemente el más rico del señorío, se escapaba por completo a su jurisdicción, ya que disfrutaba de la totalidad de sus rentas el ex maestre don Juan de Zúñiga.

Así, pues, lo que estas cifras nos revelan es la gran capacidad administradora de los monarcas, ya que, con sólo los ingresos obtenidos en el partido de Alcántara, fueron capaces de subvenir a todas las necesidades que tradicionalmente cubría la Mesa Maestral con un volumen de ingresos mucho mayor, y además obtener unos beneficios que si bien no son muy elevados tampoco son despreciables en absoluto.

EL SEÑORIO DE LA ORDEN DE ALCÁNTARA EN EL SIGLO XV

11 lunes Mar 2013

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El señorío de la Orden de Alcántara en Extremadura nació a partir de los primeros años del siglo XIII. Las posesiones iniciales de la Orden, a raíz de su fundación en 1176, estaban situadas bastante más al Norte de lo que luego sería su núcleo principal de asentamiento, concretamente en las orillas del río Coa.

Podemos señalar una fecha como punto de partida: el año 1218, cuando el maestre de Calatrava don Martín Fernández, a quien el rey Alfonso IX de León había cedido la posesión de la villa de Alcántara para que se constituyese en la cabeza del señorío de esta Orden en el reino leonés, propuso al monarca que cediese la posesión de esta villa a la Orden de Pereiro a cambio de una cierta dependencia de esta Orden respecto a la de Calatrava. No es descabellado suponer que este ofrecimiento del maestre calatraveño al monarca leonés hubiera estado precedido de algún tipo de acuerdo con los caballeros del Pereiro.

Acuerdo dirigido a no interferirse en sus respectivos procesos de expansión, cosa que hubiese ocurrido si la orden calatraveña se hubiera instalado en el reino de León, donde, indudablemente, antes o después, habría entrado en conflicto con la Orden de Pereiro.

A partir del año de la firma de este acuerdo -1218-, la Orden de Pereiro pasó a denominarse también Orden de Alcántara, con el paso del tiempo el primer nombre se perdió y en 1253 los maestres se titulaban sólo de Alcántara, pasando el lugar de San Julián del Pereiro a ser una simple encomienda.

Tras esta donación y la resolución a su favor del pleito que la Orden mantenía con la Orden del Temple sobre la posesión de Portezuelo y Santibáñez ~ la dotación territorial en esta zona fue ya de importancia. Un año más tarde se completó con la donación que hizo Alfonso IX del lugar de Navasfrías ~»y la conquista en 1220 por las propias tropas de la Orden de la villa de Valencia de Alcántara. Así pues, puede decirse que el bloque fundamental de las posesiones de la Orden en el partido de Alcántara que, junto con la comarca de La Serena, será el núcleo central de su señorío, estaban ya perfectamente conformadas en 1220.

El comienzo del asentamiento de la Orden en la zona de La Serena viene señalado por la conquista en 1231, por las tropas de la propia Orden, de la villa de Magacela Lugar que no entraría a formar parte de su señorío hasta tres años después, cuando el rey Fernando III se lo entregó definitivamente como compensación a los derechos alegados por la Orden a la villa de Trujillo Magacela se constituyó en encomienda y también se creó en ella un priorato que ejercía la jurisdicción eclesiástica sobre todo el territorio vecino. Al mismo tiempo, la Orden recibió el encargo real de repoblar Zalamea, también reconquistada en estos años.

Tras la conquista de Córdoba en 1236, la Orden completa sus posesiones en la zona. Benquerenciam cuya entrega a los cristianos había sido condicionada por su alcaide a la caída de Córdoba, es entregada a los alcantarinos que también recibirán la plaza fuerte de Esparragal, conquistada por los Templarios Al margen de ello, la Orden también recibirá algunos bienes en Córdoba y Sevilla tras su conquista A lo largo de los reinados de Sancho IV y Fernando IV, la Orden redondeará su señorío, que ya permanecerá prácticamente inamovible a lo largo de la baja edad media. En 1302 recibe el castillo de Fíjás y un año más tarde la villa de Villanueva de la Serena antigua aldea de Medellín, que se convertirá en cabeza de partido creándose en ella un priorato. La villa dependerá de la cercana encomienda de Castilnovo, castillo árabe conquistado en 1232 por las tropas de la Orden.

A diferencia de otras órdenes militares, la Orden de Alcántara, aunque participó de una forma activa en la reconquista de toda Andalucía, tras la conquista de Sevilla apenas recibió donaciones de importancia en esta zona. Cabe suponer un deseo por parte de los monarcas y también de la propia Orden por consolidar su posición hegemónica en la zona de la actual Extremadura, dejando Andalucía como lugar de asentamiento de otras fuerzas. También es verosímil pensar que esta renuncia estaría de alguna manera pactada con la Orden de Calatrava en el acuerdo entre ambas del año 1218.

Las únicas posesiones de importancia que tendrá la Orden en tierras andaluzas serán los castillos de Morón y Cote y el lugar del Arahal, donados por Sancho IV en 1285 27 y que serán objeto de un trueque con don Pedro Girón en 1461 «. En virtud de este cambio, la Orden perdía estas posesiones andaluzas y recibía las villas de Salvatierra y Villanueva de Barcarrota y el castillo de Azagala; la primera de ellas fue convertida en encomienda para compensar al ex comendador de Morón y las dos últimas fueron adscritas a los bienes de la Mesa.

Por otro lado, la Orden tendrá otra encomienda totalmente andaluza: la de Heliche, formada por dos donadios sevillanos -los de Heliche y Cantullán-, cuya existencia se remonta por lo menos a 1310, cuando le son donados por Fernando IV «, aunque es posible que la Orden los poseyera ya desde antes de esta fecha. De manera que, en el momento en que los Reyes Católicos comenzaron a administrar la Orden de Alcántara, es decir, en los últimos años del siglo XV, ésta contaba con un extenso señorío, formado a lo largo del siglo XIII corno acabamos de ver, que abarcaba parte de las actuales provincias de Cáceres -todo el sector limítrofe con Portugal en torno a Alcántara y las estribaciones de la Sierra de Gata- y Badajoz -la comarca de La Serena-, con una extensión en torno a los 7.000 kilómetros cuadrados. Al margen de esto, y además contaba con algunas otras posesiones de mucha menor importancia en tierras andaluzas y castellanas.

Haciendo un cálculo aproximado, que es lo único que nos permite la documentación de la que disponemos, puede decirse que más o menos la mitad de estos bienes con sus respectivas rentas estaban reservados a la Mesa Maestral, quedando el resto para los demás miembros de la Orden formando encomiendas y prioratos.

Al igual que instituciones similares, las encomiendas de la Orden alcantarina estaban constituidas por un conjunto de bienes, a veces agrupados y otras dispersos en diferentes lugares, si bien normalmente una parte importante de los mismos se agrupaban en torno al lugar de residencia del comendador. A estos bienes territoriales se unían, en la mayoría de los casos, una serie de derechos y rentas de carácter variado, incluyendo a veces juros o mercedes concedidas por los reyes o las altas dignidades de la Orden. En algunas ocasiones, estas rentas o juros constituían por si mismos una encomienda, sin ningún bien territorial concreto, es, por ejemplo, el caso de la encomienda del Juro de Badajoz.

Nuestra intención inicial era realizar un estudio lo más pormenorizado posible de cada encomienda; sin embargo, la penuria de la documentación nos lo imposibilita por completo. Carecemos de libros de visita de esta época, sin los cuales es imposible llevar a cabo un estudio de este tipo. Nos limitaremos, pues, a agruparlas en sus correspondientes partidos y a exponer las escasas noticias que sobre ellas hemos conseguido reunir.

Las encomiendas de la Orden se agrupaban en el siglo XV en dos partidos. No hay noticia exacta del momento en que se constituyeron, lo lógico es suponer que esto ocurriese una vez finalizada la conquista de la zona de La Serena y la Orden la controlase de una forma efectiva. En época posterior, esta división de carácter administrativo se amplió a más partidos. Así, a finales del siglo XVI, aparecían, además de los dos citados, el partido de Las Brozas, el de la Sierra de Gata y el de Valencia de Alcántara, todos ellos subdivisiones del primitivo partido de Alcántara.

De todos modos nos limitaremos a clasificarlas con arreglo a la primera división citada, ya que la otra se escapa ampliamente de nuestro ámbito cronológico.

Las encomiendas pertenecientes al partido de Alcántara que hemos conseguido localizar, son las siguientes: Encomienda Mayor, cuyos bienes estaban situados fundamentalmente en Las Brozas y en Valencia de Alcántara, la Puebla, Belvis y Navarra, Ceclavin, Claveria, cuyos bienes se encontraban distribuidos por buena parte del territorio de la Orden, aunque un núcleo importante de los mismos se encontraba situado en la zona de la Sierra de Gata, Hornos, Belvis, Portezuelo, Azeuche, Benfayán -unida a Belvis en tiempos de los Reyes Católicos-, Castillo, Casas de Calatrava -encomienda compuesta por una serie de dehesas en el término de Badajoz y en Membrio y Solano, aldeas de Alcántara-, La Magdalena -cuyos bienes estaban situados en la ciudad de Salamanca-, Casas y Juro de Coria, Santibáñez, Las Elges o Eljás, La Moraleja, Herrera, Villasbuenas, Mayorga, Peidrabuena, Esparragal, Peñafiel y El Peso de Valencia. Como puede observarse, hay algunas encomiendas que, aún perteneciendo al partido de Alcántara, no tienen sus bienes situados territorialmente dentro del mismo.

Las enmiendas pertenecientes al partido de La Serena eran las siguientes: Adelfa, Almorchón, La Batumbera, Cabezalbuey, Zalamea, Castilnovo, Los Diezmos, Galizuela, Heliche, Juro de Badajoz, La Peraleda, La Portugalesa, Lares, Quintana, Sanctiespiritu, Magacela, Salvatierra y Benquerencia. Al igual que en el partido de Alcántara, también aquí nos encontramos con encomiendas cuyos bienes están situados en lugares ajenos territorialmente a la comarca de La Serena. Es el caso de la encomienda de La Batumbera al cuyos bienes estaban situados en Galicia, o el ya citado caso de la encomienda de Heliche. Por otro lado, las encomiendas de Galizuela y Sanctiespiritu, son subdivisiones de la primitiva encomienda de Lares, si las colocamos aquí separadas de su encomienda madre, es porque su desvinculación de la misma es anterior al siglo XV.

En el momento en que la administración del Maestrazgo pasa a los monarcas, aparecen nuevas encomiendas en base a lo que rentan algunas dehesas de La Serena; es el caso de las encomienda de Maternarina y Bercial ~. Así, pues, a finales del siglo XV el señorío de la Orden estaba dividido en un número de encomiendas que podemos situar entre cuarenta y dos y cuarenta y cinco. El partido de Alcántara era el que contaba con mayor número de encomiendas como puede observarse. Sin embargo, las encomiendas del partido de La Serena era en términos generales, más potentes económicamente debido a la importante actividad ganadera desarrollada en sus grandes dehesas.

Respecto a los prioratos de la Orden, nada o casi nada podemos señalar. Hay constancia de la existencia de dos prioratos en el partido de Alcántara, uno en la misma villa y otro en Valencia de Alcántara, y otros dos en el partido de La Serena -que era nullius diócesis-, el de Villanueva de La Serena y el de Magacela.

http://www.puentealcantara.es/orden.

LA ORDEN DE ALCÁNTARA COMO INSTITUCION MILITAR

11 lunes Mar 2013

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Nuestro conocimiento de las cuestiones relativas a la organización militar de la Orden en el siglo XV es muy superficial. Evidentemente, es lógico pensar que su potencia militar era relativamente más pequeña que la de las otras dos grandes órdenes peninsulares: Calatrava y Santiago, dado que, tanto su poder económico como su dominio territorial eran inferiores.

1. El ejército

Nada sabemos de la organización del ejército alcantarino, cabe suponer que, salvo en casos excepcionales, el mando de la hueste correspondería a las más altas dignidades de la Orden, en concreto al maestre o al comendador mayor. En los primeros años de existencia de la institución la figura del alférez debió jugar un papel destacado en el aspecto militar; sin embargo, este cargo desaparece en la baja Edad Media. Por lo demás, y como señala Emma Solano para la Orden de Calatrava probablemente su estructura difería muy poco de las demás huestes señoriales bajomedievales.

En cuanto al sistema de reclutamiento, se hacía por encomiendas. Cada una de ellas debía contribuir a la hueste con un número específico de lanzas. Desconocemos el criterio utilizado para llevar a cabo dicho reclutamiento, pero lo más lógico es suponer que el número de lanzas estaría en estrecha relación con el valor de las rentas de cada una de las encomiendas.

A través de una serie de cartas de apercibimiento enviadas por los Reyes Católicos a cada uno de los comendadores de la Orden el año 1495 ~, sabemos el número de hombres armados que cada una de las encomiendas estaba obligada a enviar a la llamada real. Dicho año, el número total de lanzas que la Orden debía poner a disposición de los monarcas era de 142. Carecemos de datos para los años anteriores al momento en que la administración del maestrazgo pasó a los monarcas, sin embargo, puede suponerse que, al menos para el siglo XV, el número de miembros armados de la Orden oscilaría en torno a esta cifra, salvo en circunstancias especiales, como es el caso de las campañas finales contra el reino de Granada, como más adelante tendremos ocasión de observar.

Curiosamente, el apercibimiento citado del año 1495 también se dirigía a las dignidades puramente religiosas de la Orden (Priores, Sacristán), aunque no debían contribuir a la hueste con ningún hombre armado.

2. La participación de la Orden en las últimas campañas de la guerra de Granada

Durante la década de los ochenta del siglo XV hasta la conquista definitiva del reino granadino en 1492, la Orden de Alcántara, después de más de tres siglos de existencia, volvía a centrarse de lleno en la actividad para la que había sido creada: la lucha contra el infiel.

Aunque la carencia de noticias en este sentido es considerable, es evidente la participación de la Orden en las campañas contra el reino de Granada; sin embargo, tanto sus miembros como las acciones realizadas por ellos quedaron en un segundo plano. De la primera fase de la campaña, hasta 1485 aproximadamente, muy poco es lo que podemos decir. En el año 1483, las tropas de la Orden, junto con las del duque de Plasencia, al mando de un pariente del maestre -don Francisco de Zúñiga-, se encontraban formando parte dcl ala izquierda de la hueste real siendo su número de 100 jinetes y 40 hombres de armas. Por su parte, el comendador mayor, al frente de 20 jinetes, formaba parte de la llamada «Batalla del rey», nombre que probablemente corresponde a un cuerpo de élite. Estas tropas participarán en la tala de la vega de Granada realizada en junio de ese año y en las batallas de Lucena y Lopera, favorables a los cristianos, así como en la recuperación de Zahara.

Al año siguiente encontramos a las tropas de Alcántara, unidas a las del padre del maestre, formada por 113 jinetes y 60 hombres de armas, en la campaña de Abra. El año 1485, la tropa de la Orden estaba constituida por 563 jinetes y 253 peones. El año 1487, el papel jugado por los alcantarinos será mucho más importante, además su número crecerá de forma considerable, ya que serán 755 jinetes y hombres de armas y 427 peones cuya misión fundamental será ocuparse de la artillería ~, ya que eran los principales encargados de su guarda. En este año la hueste alcantarina participará en la conquista de Vélez-Málaga y Málaga, donde el papel jugado por la artillería fue decisivo, sobre todo en el caso de la segunda.

El año 1488 fue de escasa actividad debido al agotamiento producido en los dos bandos por la campaña del año anterior; por eso no es de extrañar la falta total de referencias a la Orden. En 1489, la hueste del maestre de Alcántara estaba compuesta por 105 jinetes, además de seis «jinetes hidalgos del comendador mayor de Alcántara que estuvieron presentes en la campaña, fueron los siguientes: Alniorchón, Lares, Belvis, Santibáñez, Las Elches, Portezuelo, Zalamea, Morón, Quintana y La Magdalena.

En los últimos años de la campaña la presencia de las tropas alcantarinas fue la siguiente: en abril de 1491 había 266 jinetes y 263 peones; en agosto del mismo año esta tropa se había reducido a 100 jinetes. Por último, en enero de 1492 había 294 jinetes, de los cuales 200 permanecerán hasta marzo de ese mismo año Una vez acabada la campaña contra Granada, el ejército de la Corona se constituyó de forma permanente y en él estuvieron presentes los caballeros alcantarinos. Está constatada su asistencia a las campañas del Norte de Africa y en la toma de Orán «. En 1504 se encontraba a la cabeza de las tropas de la Orden el Clavero, a cuyas órdenes se encontraban 50 jinetes, recibiendo un sueldo de 126.000 mrs. Al año siguiente se encuentra a la cabeza de 36 lanzas con un sueldo de 68.000 maravedís. Los jinetes tenían un salario que oscilaba entre los 25.000 y los 30.000 mr.

3. Las fortalezas

Las fortalezas diseminadas por las tierras del señorío y dependientes de la Orden eran bastante numerosas, y aunque el apoyo documental es escaso y no permite asegurarlo tajantemente, debían encontrarse en el siglo XV perfectamente abastecidas y en disposición de albergar fuertes contingentes de tropas. Es preciso señalar que las fortalezas de la Orden y su perfecta conservación no tienen su razón de ser tanto en el proceso reconquistador como en el hecho de que, durante la baja edad media, Extremadura será uno de los principales focos de turbulencias políticas y militares del reino de Castilla, por un lado debido a su posición fronteriza respecto al reino de Portugal, con el que los conflictos en esta época serán frecuentes; por otro lado, debido a que los territorios alcantarinos eran vecinos de una serie de señoríos nobiliarios cuyos propietarios participan de una forma activa en las luchas políticas del reino y no siempre en el bando de los monarcas.

A todo esto se unen otros dos factores: el primero, el que las disputas internas de la Orden se intensifican en los siglos bajomedievales. El segundo, el que los maestres alcantarinos, como figuras principales del reino, miembros, bien por su nacimiento o bien por su cargo, de la más alta nobleza, participarán activamente en todas las luchas nobiliarias.

Desgraciadamente, carecemos de noticias concretas sobre el armamento y pertrechos de estas fortalezas, ya que no se han conservado libros de visita de época medieval en los que los visitadores, como ocurre en el caso de otras órdenes militares, detallarían cuidadosamente este capitulo.

Las fortalezas más fuertes y mejor abastecidas se encontraban en el partido de Alcántara, en razón de su cercanía con la frontera portuguesa. Se puede establecer una línea de norte a sur que abarcaría una tupida red de ellas, entre las que destacan las de: Eljás, Santibáñez, Piedrabuena, el convento-fortaleza de Alcántara, Peñafiel, Portezuelo, Las Brozas y Valencia de Alcántara, estas dos últimas pertenecientes a la Encomienda Mayor- En el partido de La Serena, los tres núcleos fortificados más importantes eran Magacela, Benquerencia y Almorchón.

Las fortalezas que no se encontraban bajo el mando directo del comendador correspondiente tenían al frente un alcaide nombrado por éste. En época de los Reyes Católicos, algunas de las fortalezas de la Orden fueron entregadas a personas completamente ajenas a ella, que, con su tenencia, disfrutaban de importantes rentas. Aunque hay varios casos, el más significativo es el de Gaspar de Gricio, secretario de los monarcas, que disfrutó de la tenencia de la fortaleza de Magacela durante varios años seguidos. A partir del año 1495, merced a la detallada contabilidad llevada por orden de los reyes, conocemos exactamente cuáles eran las fortalezas que dependían de la Mesa Maestral y la dotación económica de la que disponían cada año.

Al margen de estas cantidades consignadas en dinero, algunas de estas fortalezas -las más importantes- recibían, con cargo en las rentas de la Mesa Maestral, ciertas cantidades de trigo, cebada y vino.

El alcalde del convento de Alcántara recibía 400 fanegas de trigo y 600 arrobas de vino; el de la fortaleza de Valencia de Alcántara, 200 fanegas de trigo y otras tantas de cebada. La misma cantidad recibía el alcaide de la fortaleza de Villanueva de Barcarrota. Sobre el resto de las fortalezas de la Orden, la información que poseemos es muy escasa, aunque en términos generales puede decirse que la mayoría de ellas iniciaron un proceso de destrucción y abandono a partir del siglo XVI. Por ejemplo, la fortaleza de Bíjás, según los datos que proporciona un libro de visitas de mediados del siglo XVI, sabemos que desde comienzos de este siglo se encontraba cerrada y sin nadie encargado de su mantenimiento, hasta el punto de que en la fecha de la visita -1541- no se conservaban ni las llaves de las puertas. Esta circunstancia debió repetirse en numerosas fortalezas, sobre todo en aquellas dependientes de las encomiendas menos potentes económicamente.

La explicación de este proceso de abandono es sencilla. A partir del reinado de los Reyes Católicos dos motivos fundamentales para mantenimiento de estas fortalezas: los enfrentamientos con Portugal y las luchas nobiliarias que se desarrollaban en suelo extremeño, desaparecen por completo merced a la política de pacificación de la nobleza llevada a cabo por los monarcas.

La Orden de Alcántara en el siglo XV

11 lunes Mar 2013

Posted by JF.ROMERO in ORDEN ALCÁNTARA

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Datos sobre su potencial militar, territorial,
económico y demográfico.

Por D. Manuel Fernando LADERO QUESADA – 1982
Universidad Nacional de Educación a Distancia

Los estudios realizados sobre Ordenes Militares en la Península Ibérica durante la Edad Media alcanzan ya una relativa importancia.

Si bien es cierto que aún existen muchas lagunas y aspectos desconocidos y, sobre todo, un estudio de síntesis sobre todas ellas, órdenes como la de Calatrava, Santiago o Montesa, por citar sólo a las exclusivamente ibéricas, han sido estudiadas ya con cierta profundidad.

Sin embargo, el conocimiento de alguna de estas instituciones, como ocurre en el caso de la Orden de Alcántara, se basa aún hoy en las noticias que suministran las crónicas elaboradas en el siglo XVI y las que a partir de ellas se redactaron en los siglos XVIII y XIX. Para el caso de la Orden de Alcántara, esta falta de estudios hay que achacarla, sin duda, a la completa desaparición del archivo de la Orden en el siglo pasado, probablemente durante la Guerra de la Independencia.

Nuestra intención en estas breves páginas que siguen no es, ni mucho menos, la de cubrir el inmenso vacío de conocimientos que sobre la Orden de Alcántara existe -desgraciadamente la indigencia documental es tan enorme que será muy difícil que este estudio de conjunto pueda ser llevado adelante alguna vez. Simplemente pretendo sacar a la luz y organizar las escasas noticias que sobre la Orden en los últimos años del siglo XV be entresacado fundamentalmente de las distintas secciones del Archivo General de Simancas.

Cuatro son los temas que vamos a abordar. En primer lugar, analizaremos la organización de la institución desde el punto de vista estrictamente militar: el sistema de reclutamiento de su hueste, el número de lanzas que cada encomienda debía aportar a la misma, su actuación en la guerra de Granada y, por último, la red de fortalezas que se extendía a lo largo de su señorío y su situación a finales del siglo XV.

El segundo apartado será el proceso de formación del señorío de la Orden, las encomiendas y prioratos que lo constituían y el estado en el que se encontraba en el momento en que los Reyes Católicos se hicieron cargo de la administración del Maestrazgo.

Los aspectos económicos ocuparán las siguientes páginas. Abordaremos la cuestión a dos niveles distintos; en primer lugar, una clasificación de las rentas y derechos que la Orden tenía en su condición de señora feudal de un territorio- En segundo lugar, las finanzas de la Mesa Maestral entre los años 1495 y 1504, es decir, los diez primeros años de administración del maestrazgo por los monarcas, en base a las relaciones de ingresos y gastos de la misma elaborados por los contadores de la Orden, Francisco de Madrid y Nufrio Ramírez de Madrid, su hijo, que se conservan completas en el legajo 11 de la sección de Contaduria Mayor de Cuentas del archivo de Simancas.

Los datos que proporciona el censo de 1541 serán la base de las páginas dedicadas a la demografía en tierras de la Orden, ya que sus datos, a los que hay que aplicar una serie de elementos correctores, fundamentalmente los efectos producidos por la epidemia de peste que asoló todo eí sur peninsular en los primeros años del siglo XVI, creemos que son de total validez y aplicación para los años finales del siglo XV.

Así, pues, concluyendo, pretendemos abordar aspectos prácticamente inéditos en las obras de tipo cronistico a las que hacíamos alusión más arriba, profundizando a base de documentación en su mayoría inédita, en cuestiones que son clave para conocer el señorío de la Orden en el siglo XV.

Enfrentamiento entre Templarios y Cristianos en Zarza la Mayor

11 lunes Mar 2013

Posted by JF.ROMERO in CASTILLOS

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Mayor

TARJETA
Castillo de Peñafiel en Zarza la Mayor

Los habitantes de Zarza la Mayor tuvieron que ver bastante con la orden del Temple como veremos más adelante en el siguiente artículo, ya que se pusieron bajo sus ordenes para evitar la rapiña de los caballeros de la Orden de Alcántara, refugiándose en Peñafiel.

Otros enfrentamientos armados entre templarios y cristianos, tuvo lugar en tierras del antiguo reino de León, en la extremeña región de Coria.

Las posesiones de las Ordenes Militares en Extremadura se habían convertido en grandes latifundios ganaderos, que generaban enormes ganancias. Las extensas dehesas alimentaban incontables rebaños trashumantes, al tiempo que eran lugar de paso de importantes vías de comunicación Norte-Sur y Este-Oeste, creadas a partir de las viejas calzadas romanas. La administración de tan fabulosos recursos creaba constantes disputas entre los Concejos ciudadanos y las Ordenes, y entre éstas mismas entre sí. Eran continuos los pleitos por el uso de montes, pastos, caminos, puentes o mercados, aunque no hay constancia de que hubiese llegado la sangre al río hasta mediados del siglo XIII.

Ya en 1243, tras el descalabro sufrido por los alcantarinos en Ronda, intentaron aquellos impedir el cobro del «portazgo» templario mediante saqueos, en lugares próximos al castillo y puente de Alconetar: Cañaveral, Garrovillas y otros. Los daños fueron mínimos y la cosa no pasó a mayores. Sin embargo, en 1257 la competencia entre Alcántara y Temple rompió el frágil equilibrio que había mantenido durante años. La causa fueron dos impuestos relacionados con los ganados y mercancías. La encomienda templaría de Alconetar cobraba por el tránsito de ganados y mercancías: el «portazgo», por atravesar sus puentes, usar sus barcas y sus caminos particulares, a razón de un tanto por cabeza de ganado y vehículo.

Los demás hacían lo propio, pero parece ser que los caminos más transitados habían quedado en manos del Temple. Además, la Orden restauró entre 1230 y 1257 el puente romano de Alconetar sobre el Tajo, imprescindible en la Vía de la Plata, con lo cual peregrinos, ganaderos y mercaderes preferían pagarles por cruzar cómodamente el río antes que hacerlo en las lentas barcas transbordadores de los de Alcántara. Ello, junto con la feria-mercado del pueblo de Alconetar y los peregrinos que acudían a la capilla del castillo, para venerar la milagrosa y mágica reliquia del Mantel de la última Cena, hicieron que la presión se hiciese insoportable para la Orden de Alcántara.

Escarmentados por los sucesos de Ronda, los alcantarinos se prepararon a conciencia, decididos a mermar el poderío de sus competidores y, sin duda, deseando vengarse de la derrota toledana. El golpe estuvo bien planeado y se hizo de forma sincronizada. A finales del verano de 1257 atacaron tres lugares fortificados diferentes para impedir que las respectivas guarniciones pudiesen auxiliarse entre sí. Las víctimas fueron la aldea de Peñas Rubias y su castillo Bernardo; el pueblo de Peña Sequeros y su castillo de Nuestra Señora de Sequeros; y la villa de Benavente, con su castillo de Benavente de La Zarza. En estos tres lugares localizados entre los ríos Arrago y Erjas, que hacen frontera natural con Portugal, el ataque fue idéntico: asalto por sorpresa, sitiando a la guarnición en los castillos, para saquear a placer las aldeas y las granjas. Los de Alcántara actuaron con gran crueldad, dieron muerte a numerosos colonos templarios, incendiaron viviendas y edificios de labor, mataron los animales que no podían trasladar, talaron las dehesas y saquearon los graneros.

Cuando la guarnición templaría de Alconetar contraatacó, tras haberse reforzado con los mercenarios «turcopies», arrasaron las posesiones alcantarillas, matando también numerosos peones y algunos caballeros. Además, la tropa templaría que custodiaba el puente fortificado de Alcántara cortó el paso por dichas vías para incomunicar a sus enemigos y, de paso, perjudicar su comercio.

Aunque en octubre el rey Alfonso X convocó a las partes ante un tribunal para dirimir el pleito y depurar responsabilidades, los ánimos se calmaron tan sólo en apariencia. En 1266 los de Alcántara volvieron a la carga. Estos habían recibido el pueblo de Zarza la Mayor, pero quisieron obtener una rentabilidad inmediata de su nueva posesión e impusieron a los pobladores numerosos y elevados impuestos. La respuesta de los habitantes de Zarza no se hizo esperar: tomaron sus enseres y animales y se trasladaron en masa al vecino pueblo de Peñafiel. Allí se ofrecieron a los templarios como colonos, a cambio de protección y pagando sus cargas, que por supuesto eran mucho más bajas.

Cuando la desairada Orden de Alcántara acudió a cobrar se encontró el pueblo abandonado. Sabido el destino de los desertores, el Maestre aparejó una, hueste guerrera contra la aldea de Peñafiel. A pesar de que la aldea resultó saqueada e incendiada, los colonos consiguieron salvar sus vidas.

ORDEN DE LOS MAESTRES DE SANTIAGO

09 sábado Mar 2013

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Sus armas consisten: En campo de plata, una cruz de Santiago. (Esta cruz siempre se representa de gules.)

Cuarenta Maestres tuvo la orden de Santiago. El primero fue Pedro Fernández, en el año 1.170. Su primera acción fue contrarrestar el ataque de los moros que talaban toda la comarca de Cáceres, uniéndose a Fernando II de León, marchando hacia Coria, para resolverse en dirección a Cáceres, arrebatándosela a los moros para encaminarse en seguida hacia Badajoz y el Castillo de Almograf en la ribera del Tajo. Pero no pasó mucho tiempo sin que a los musulmanes les llegaran refuerzos de África, los almohades, al frente de los cuales vino su Emir Usuff-Aben-Yacob. Con tales fuerzas pronto volvieron a hacerse dueños de todo lo perdido en Extremadura. Entonces, los Caballeros de la Orden de Santiago se pasaron a Castilla para ponerse a las ordenes del Rey Alfonso VIII. La Villa de Mora fue la primera posesión de la orden y antes de que pasara mucho tiempo ya habían conquistado el castillo de Alarilla, entrando en tierras de moros para llegar hasta Ruete, talándolo todo a su paso.

Regresaron a su punto de partida con un buen número de prisioneros y gran botín por lo cual satisfecho el Monarca les dio la villa de Uclés en el año 1.174, en recompensa de sus servicios. Don Pedro Fernández marchó a Roma para que el Papa le confirmase la autorización papal para su Orden de Caballería. Una vez en Castilla, ayudó al rey Alfonso a recuperar lo que le había arrebatado Sancho V de Navarra en tierras de La Rioja. Planeó después la conquista de Cuenca, a la que sitió, durando el asedio nueve meses hasta que la guarnición mora no tuvo más remedio que rendirse. Ganadas también para el rey cristiano fueron Alarcón y otras poblaciones, siendo premiada la Orden de Santiago con ricas heredades. Fue por este tiempo cuando, según algunas crónicas partió el Maestre de Santiago don Pedro Fernández, junto con algunos de sus caballeros a Tierra Santa, a fin de fundar allí también la Orden. Existe el dato de que Bohemundo, rey de Antioquía, en 1.180 donó al Maestre varios castillos y lugares y en feudo todo el territorio que ganara a los moros. Pero poniendo como condición de que la campaña debía emprenderse de inmediato, a lo que no pudo comprometerse el Maestre que emprendió el regreso a España.

Poco después la orden acompaño al rey Alfonso VIII hacia Andalucía, y próximos a Córdoba dieron con los caballeros de la Orden de Calatrava quienes sostenían que aquellos territorios correspondían a su jurisdicción. Los de Santiago se avinieron a razones y firmaron la paz y concordia perpetua con la otra Orden de Caballería, a la cual cedieron la villa de Alcobella, sita entre San Esteban de Gormáz y Osma, así como cien maravedises de oro, en prueba de buena voluntad, así como la villa de Ocaña. Después se entrevistaron con los Templarios y Hospitalarios, comprometiéndose los respectivos Maestres a prestarse mutua ayuda.

La Orden de Santiago se dividió en dos provincias, con dos priores, la de San Marcos estuvo bajo el reino de León, y después la de Córdoba y Sevilla para los caballeros allí residentes. Se ocupó también don Pedro Fernández de la redención de cautivos y ya tenía la Orden dos casas destinadas a este fin cuando le sobrevino la muerte en el año 1.184. Viene después la larga lista de Maestres de esta Orden. Al IX, don Martín Peláez Barragán, se dice que lo mataron los moros, pero cierto es que nada se sabe por verdad histórica. El XIII, don Rodrigo Iñiguez, dejó el Maestrazgo de la Orden por voluntad propia sin que se conozcan los motivos que tuvo para determinar tal resolución. El XV, don Gonzalo Ruiz Girón, ya por los años 1.275-1280, encontró su fin a causa de una imprudencia o un acto de temeridad, según se mire. Estando en batalla contra los moros, le cortaron el paso cien jinetes enemigos y, hombre de bravo corazón como era, se lanzó en su contra, sin mirar si cabalgaba solo o era seguido por sus caballeros. Naturalmente, murió en el empeño. El VIII, don Gonzalo Pérez Martel no pudo llevar a cabo grandes hazañas porque tuvo la mala fortuna de caerse de su caballo, falleciendo en el acto. El Maestre que hacía el número XXIII, don Vasco López (año 1.338) no duró mucho: reunidos los freires en Capítulo, en la villa de Ocaña, le acusaron de traición y de haber labrado moneda falsa por lo que tuvo que huir a Portugal eso sí, llevándose con él ganados y alhajas que pertenecían a la orden.

En lo que se refiere al XXV Maestre, don Fadrique, hermanastro del Rey de Castilla don Pedro, tuvo mal fin porque acusado de traidor por el Monarca, murió acribillado a las flechas disparadas por los ballesteros del Rey. El que hacía el número XXXI, don Pedro Muñíz de Godoy, murió en un enfrentamiento con los portugueses. El XXXV fue don Álvaro de Luna, y su fin fue también violento. Favorito en un principio del Rey de Castilla, cayó en desgracia debido al poco afecto que le tenía la reina. Don Alvaro no quiso darse por vencido creyendo que el viento de adversidad duraría poco. El rey le aconsejó que se alejara de Burgos.

No se avino a ello don Álvaro y para empeorar las cosas, un fraile durante el sermón del Viernes Santo lo apostrofó delante del rey y de toda la Corte. Encolerizado don Álvaro aquella misma noche hizo que fuera arrojado alevosamente desde una torre el contador Mayor del Monarca, don Alonso Pérez de Viviero, a quien culpaba de lo ocurrido, alegando que le tenía ojeriza y era quien había empujado al fraile al apostrofarlo. El rey mandó ponerle preso, y a pesar de que don Álvaro se entregó bajo seguro de vida y hacienda, fue sometido a juicio y condenado por tirano y usurpador de la Real Corona. En la Plaza Mayor de Valladolid se le dio horrible suplicio para acabar siendo degollado, dándosele sepultura en el lugar destinado a los malhechores.

El último Maestre que hace el número cuarenta fue don Alonso de Cárdenas, años 1.476-1.499. Fue hombre que sirvió lealmente a los Reyes Católicos con singular arrojo y brío, metiéndose con sus Caballeros en Portugal más de quince leguas, en tanto el rey portugués peleaba en favor de la Beltraneja. Enterado don Alonso de la muerte del Maestre de Santiago vino a entrarle el deseo de serlo él, pero la reina Isabel la Católica fue más diligente y consiguió que se aplazara la elección del nuevo Maestre. Se avino a ello don Diego y mientras se resolvía el pleito se dedicó a la suyo que fue meterse otra vez en Portugal en son de guerra. Los Reyes Católicos, agradeciendo sus servicios, accedieron a que fuera elegido Maestre de la Orden de Santiago. Desde un comienzo, este Maestre se encontró en la guerra de Granada con sus freires. Allí fueron acorralados por los moros.

Sus compañeros le hicieron ver la necesidad de huir, aprovechando las sombras de la noche pero la respuesta del último Maestre fue esta, «no vuelvo yo las espaldas, por cierto, a estos moros, pero sí que huyo de tu ira, Señor Dios, que se ha mostrado hoy contra nosotros y te ha placido castigar nuestros pecados con las manos de estas gentes infieles». Trabajosamente consiguió ponerse a salvo. Pero allí quedaron gran número de sus compañeros, muertos, hasta el punto de que aquel lugar se le dio el nombre de «Cuestas de la matanza». Continuó luchando en la guerra contra Granada y allí estuvo hasta ver ondear sobre la Alhambra la enseña de los Reyes Católicos. Tardó muy poco en morir don Alonso, siendo el último de los Maestres de la orden de Santiago, ya que los Reyes Católicos se declararon en 1.493 Administradores de la Orden, agregando su Maestrazgo a la Corona de Castilla.

ORDEN DE LOS MAESTRES DE ALCÁNTARA

09 sábado Mar 2013

Posted by JF.ROMERO in ORDEN ALCÁNTARA

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alcantara
Sus armas consisten: En campo de plata, una cruz de Alcántara.

Muerto el fundador de la orden, don Suero Fernández Barrientos, le sucedió en el gobierno de la misma, don Gómez Fernández, su compañero de fundación y, según la opinión de algunos, su hermano, ya con el título de prior. Ciudad Rodrigo, tras ser reconquistada del poder los moros, estaba siendo repoblada por cristianos, pero estos molestaban con sus incursiones a sus vecinos del reino de Portugal, separado ya de la Corona Leonesa. Un tanto harto el monarca portugués de aquel estado de cosas, decidió enviar una expedición de castigo que arrasara Ciudad Rodrigo, confiando el mando de la misma a su hijo y heredero, el príncipe don Sancho. Entrada que fue, la fuerza portuguesa, por tierras de León talando y devastando todo a su paso, el Prior de la Orden de Alcántara se apresuró a acudir con sus freires y vasallos, dispuesto a defender lo que consideraba su territorio. Incorporados los miembros de la Orden al ejército del rey Fernando que, advertido, acudía a enfrentarse a los intrusos, se trabó la batalla en los campos de Argañán, siendo los invasores derrotados y quedando muertos o prisioneros los portugueses que no lograron escapar con su príncipe. Victorioso, el rey Fernando, decidió dirigir sus armas contra los moros de la frontera meridional de su reino.

Traspasada la frontera y después de tomar unas cuantas villas, cayó sobre la de Alcántara, plaza fuerte que, sin embargo no pudo resistir las arremetidas del monarca cristiano, rindiéndose. Los portugueses, queriendo aprovechar la oportunidad de que Fernando andaba ocupado en otras partes, invadieron de nuevo sus dominios, penetrando en Galicia, tomando Tuy y otros castillos, para encaminarse a marchas forzadas hacia Badajoz, con el intento de ocupar esta población, sabedor de ello, el rey Fernando, se encaminó a la capital extremeña y en las calles de Badajoz, se trabó la lucha. De nuevo, los leoneses resultan vencedores y el rey portugués en su huída, alcanza un postigo de la ciudad y tal es su aturdimiento que choca violentamente contra un madero, pegándose un golpe tan fuerte que queda con una pierna fracturada y es fácilmente hecho prisionero por las huestes leonesas.

Don Fernando no se contentó con esta victoria y aprovecha la ocasión para atacar Cáceres en poder de los moros, haciéndolos huir y conquistando la ciudad. En todas estas guerras sirvió don Gómez con sus freires y vasallos, pero el Rey no les hizo merced alguna de lo conquistado, dado que la Orden no tenía todavía rentas ni fuerzas para defenderlo y lo habría perdido. Pero le confió dominio sobre varias villas contiguas a su territorio, en la ribera del Coa, y algunas heredades. Rechazados los almohades, entraron en León y pusieron cerco a Ciudad Rodrigo en cuyo auxilio corrió el rey Fernando, apoyado, también en esta ocasión, por don Gómez y sus freires. Los cristianos, aunque inferiores en número, alcanzaron la victoria y a ello contribuyeron poderosamente los caballeros de don Gómez. Agradecido el rey por el auxilio de la Orden, declaró solemnemente que la tomaba bajo su protección y amparo, mediante un Real Privilegio. Sanción más alta obtuvo don Gómez para la Orden, al solicitar del Papa la aprobación de la misma, lo que le fue otorgado mediante bula de fecha 29 de diciembre de 1.177. Aquí es donde aparece por primera vez la dignidad de Maestre, al que todos deberían obediencia y respeto.

Don Gómez deseaba extender su Orden a Castilla y sabedor de que don Alfonso VIII, preparaba una irrupción en la Extremadura musulmana, le ofreció sus servicios que fueron aceptados. El Maestre y sus caballeros participaron en la contienda y una de las primeras plazas que reconquistaron fue la de Trujillo.

Vasallo don Gómez del Rey de Castilla asistió a las Cortes de Carrión. Se ignora si don Gómez y sus freires asistieron a la batalla de Alarcos. Perdida aquella batalla por los cristianos, los moros llegaron hasta Toledo, asediándola. En Trujillo resistieron los Caballeros de la Orden que la guardaban, pero su inferioridad numérica les obligó a rendirse. La muerte del primer Maestre don Gómez Fernández debió producirse en el año 1.200, pues en él se eligió su sucesor. El rey Alfonso de Castilla, ofreció la plaza de Alcántara a la Orden de Calatrava, por ser plaza muy codiciada por los moros y difícil de defender. Los calatravos pronto comprendieron que no les era posible atender tan dilatada frontera. Y fue entonces cuando la Orden de Perero se comprometió a defender la villa y fortaleza de Alcántara, con lo cual de allí en adelante así fue conocida: Orden de Alcántara. El transcurrir del tiempo fue dando paso a los consiguientes Maestres de esta Orden, al tiempo que aumentaba su poder. Así, el Maestre don Gonzalo-Martínez de Oviedo, decimocuarto Maestre, tuvo un miserable final. Mezclado en las intrigas de Castilla, temeroso de la ira del Rey, se refugió en el castillo de Valencia de Alcántara, sin duda con la esperanza de obtener la ayuda del rey de Portugal. Este no llegó y las tropas del Rey escalaron durante la noche las murallas del castillo, cogieron preso al Maestre don Gonzalo, que fue degollado.

Continuó la sucesión de Maestres, unos con mejor suerte que otros, hasta llegar al final, un tanto aventurero, de don Martín Yañez de Barbudo. Desastroso fue su final; un ermitaño del Santuario de Nuestra Señora de los Hitos, cerca de Alcántara, llamado Juan de Sayo, que gozaba fama de santidad, le dijo que sabía por revelación divina que habría de tomar Granada sin perder ni un solo hombre. El Maestre, concedió crédito al visionario y envió dos escuderos al rey de Granada, mofándose de su religión y retándole a singular combate entre ambos, o entre caballeros que eligiesen, siendo dobles los moros que los cristianos. Los mensajeros fueron presos y maltratados lo que enfureció al Maestre y le empujó a marchar sobre Granada. Salió la expedición, llevando delante una cruz y el pendón de la Orden. Llegó a Córdoba donde mentes sensatas quisieron disuadirle de su descabellado proyecto, pero alegó que obedecía por mandato divino, se alborotó el pueblo y hasta se le agregaron cinco mil ciudadanos, confiando ciegamente en la protección de Dios. En Egea le mataron tres caballeros y entonces acusó al ermitaño de mentiroso, pero este aseguró que en la batalla resultaría victorioso porque así se lo había revelado Dios. Entretanto, el reino de Granada ya estaba en armas: cinco mil jinetes y más de ciento veinte mil infantes esperaban al tozudo Maestre. Salieron y sorprendiendo a las huestes de don Martín Yánez hicieron tal matanza que fueron pocos los que lograron escapar, pagando, el crédulo Maestre, el crédito concedido al ermitaño. Y así se llega hasta el último Maestre de Alcántara: don Alonso de Monroy, que hacía el número trigésimo sexto. Ya no hubo más. No fue la suya una vida plácida porque pronto se enemistó con los Reyes Católicos, ya que orientaba sus simpatías hacia los Reyes de Portugal. Sufrió cárcel, se fugo de ella, atravesó no pocos avatares en una época turbulenta con las luchas civiles entre los bandos de «la Beltraneja» y la más tarde reina Isabel «la Católica». Viendo acercarse sus últimos años, Monroy trató de reconciliarse con los Reyes, pero ya era tarde, porque todos sus bienes y mayorazgos habían pasado a otras manos de las que ya no era posible arrancarlos.

Don Alonso de Monroy, hasta su muerte, contando ochenta años, en 1.511, siempre fue afecto a la dinastía portuguesa. Mucho mejor le hubiera ido siendo fiel y leal vasallo de los Reyes Católicos. Con él terminó la independencia de la Orden de Alcántara, cuyos caballeros tanto y tanto colaboraron a la Reconquista.

Las Órdenes Militares en la Reconquista

09 sábado Mar 2013

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De las tres Ordenes Militares que se fundaron en los reinos de Castilla y
León, dos nacieron en esta Comunidad, y la más importante de las internacionales,
la del Temple, tuvo aquí su principal campo de acción.
Esta es la causa, fundada en el derecho de conquista y en la confirmación
real, de que al terminarse la última citada, más de la mitad de Extremadura
fuera de los Caballeros de la Cruz y de la Espada, lo que hoy nos recuerda repetidamente
la toponimia regional. Así nos encontramos con poblaciones denominadas
Segura de León, Fuentes de León y tantas más cuyo nombre se
debe a haber sido de la Orden de Santiago, que como todo lo que poseía en
Extremadura fue administrado durante mucho tiempo desde su centro de gobierno,
San Marcos de León que, transformado hoy en un gran hostal nos pregona
el buen gusto artístico de los santiaguistas. La más elevada cumbre de la
provincia de Badajoz, Tentudia, basa su nombre en una leyenda histórica que tuvo por protagonista al famoso maestre de esta Orden, Pelayo Pérez Correa,
y otras poblaciones, como Jerez de los Caballeros, Puebla del Maestre, Valencia
de Alcántara y muchas más nos recuerdan su largo pasado en poder de las
Órdenes.
Para conocer la reconquista de Extremadura y la participación trascendentalisima
en ella de las milicias militares contamos con abundante documentación
pero ésta es poco conocida como consecuencia de encontrarse en archivos
diversos y exigir la investigación personas especializadas, ya que la
mayoría de las escrituras están en latín y requieren además conocimientos de
paleografía.
Daremos breve referencia de las fuentes consultadas:
Archivos de la Orden de Santiago, tanto del Priorato de San Marcos de
León como del de Uclés.
«Bullarium» de las Ordenes de Alcántara y de Santiago publicados en el
siglo xviii.
«Las Crónicas»: la del Rey Fernando II y la de Alfonso IX de León.
«Los Anales Toledanos»: dos obras.
«LaHistoria de las Órdenes Militares»de Caro de Torres, de 1629 y
«Apuntamientolegal sobre el dominio solar de Santiago» de Bernabé
de Chaves, de 1572.
«Monografias»:las publicadas en la Revista de E.E. y concretamente sobre
los castillos en la revista de la Asociación de Amigos de los Castillos. Es
imprescindible consultar también el «Catálogo Monumental de las provincias
de Badajoz y de Cáceres», de Ramón Melida.
Es tema que también interesa en el extranjero, y de ello es ejemplo la obra
de Francis Cutton sobre la Orden de Calatrava.
Sobre la Orden del Temple se ha despertado siempre un interés extraordinario.
Del trágico fin de esta Orden, la más importante de todas por su carácter
internacional cuando estaba en el apogeo de su poder, la bibliografia es
abundantisima. Recientemente he tenido la satisfacción de intervenir en la
presentación de dos libros; «Los Caballeros del templo de Salomón» de Cruz
Martínez Esteruelas y «Templarios, la historia Oculta», de Ricardo de la Cierva.
Fecundo autor es Juan Atienza autor de «Los Enclaves Templarios».
Como es lógico voy a limitarme en esta disertación a un resumen general
sobre estos puntos: La creación de las Órdenes Militares, las circunstancias
que motivaron su trascendental misión en la Reconquista de Extremadura, las
fases militares de la misma y su distribución territorial entre las órdenes y la
repoblación y colonización.
MILITARÍA, Revista de Cultura Militar

Convento de los Agustinos, en Santa Cruz de la Sierra

09 sábado Mar 2013

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Cuenta una leyenda que, a los pies de la sierra de Santa Cruz, en pleno corazón de la Tierra de Trujillo, se sucedían una serie de fenómenos extraños que conjugaban lo paranormal con lo milagroso. Mientras que una serie de luces se veían a las afueras del pueblo de Santa Cruz de la Sierra, antaño Santa Cruz de los Templarios, en la misma zona un pozo, que aún se conserva, dejaba en cuestión de segundos de estar casi vacío a llenarse de agua, brotando milagrosamente de él la misma en cantidades ingentes, supliendo así la sed del pueblo.
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Arriba: vista general de las ruinas del Convento e Iglesia de los Agustinos, levantado en plena falda de la sierra de Santa Cruz.
Tal consideración tenía este supuesto milagroso enclave, que fue aquí mismo donde, en el siglo XVII, se edificó el Convento de San Joaquín, con la iglesia adyacente correspondiente, acogiendo el mismo a la Orden mendicante católica de los Agustinos Recoletos, que en el Toledo de 1.588 y en medio de la Contrarreforma Católica había surgido como rama de la de San Agustín, tras solicitar algunos religiosos que seguían mencionada Regla poder seguir con una forma de vida más austera, donde se viviera más intensamente la interioridad y se acentuaran los rasgos ascéticos de la vida religiosa.
pesar de la austeridad que la Orden buscaba, reflejada en los capítulos que Fray Luis de León redactó sobre la forma de vivir de la nueva comunidad, los hermanos agustinos recoletos de Santa Cruz de la Sierra mostraron pronto su inclinación hacia los personajes poderosos e influyentes de los contornos en la época. La misma fundación del conjunto conventual, en 1.670, se debe a Joaquín Chaves de Mendoza, tercer Conde de Santa Cruz e hijo de Juan de Chaves Sotomayor y Ana Isabel de Mendoza. Fue su abuelo, Don Juan de Chaves y Mendoza, el primer señor de la villa desde que el mismo en 1.627 comprara la aldea a Felipe IV, independizándola así del Concejo trujillano. Se convertía de esta manera la población en su señorío, como también lo hiciera la localidad cercana de Herguijuela (igualmente llamada en aquella época como La Calzada), adquiriendo así el título de Conde de La Calzada y de Santa Cruz. Su nieto heredó el segundo de ellos, a la par que mencionado señorío y el de Ruanes, comprado también por la familia.
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Del antiguo convento hoy sólo se conservan las ruinas de lo que fueron unas grandiosas dependencias, siendo cada vez más difícil adivinar entre ellas las zonas que ocuparon las celdas, oratorios, claustro, huerto, etc. La iglesia por su parte conserva aún su estructura, así como sus muros y el tejado a base de bóvedas de cañón, coronado por una cúpula semiesférica sobre pechinas en el crucero. El acceso al templo se realiza desde la fachada del mismo, con portada cerrada en arco de medio punto y dovelas ligeramente almohadilladas sobre la que descansa la única decoración de la misma, destacando a los lados de una hornacina los escudos de los Chaves de Mendoza, idénticos blasones a los que decoran la fachada del alcázar que esta familia tuvo en Trujillo, cuya puerta guarda gran similitud con ésta.

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GALISTEO Y LA ÓRDEN DEL TEMPLE

09 sábado Mar 2013

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A pesar de existir teorías que apuntan hacia un posible origen ancestral de Galisteo, estudios que la sitúan ya durante la ocupación romana junto a la mansio de Rusticiana, e hipótesis que creen ver en la población la fortaleza de Medina Ghaliayah en que Almanzor descansó a finales del siglo X camino de los reinos cristianos del Norte, lo cierto que es el primer documento escrito que nos habla con seguridad de este municipio está fechado en 1.217, durante el reinado de Alfonso IX de León, conocido monarca en las tierras de Extremadura por ser, bajo su mandato, cuando algunas de las plazas y enclaves más relevantes de la región pasen definitivamente a manos cristianas durante el proceso conocido como la Reconquista.

Fue también Alfonso IX un destacado impulsor de la repoblación de los territorios reconquistados, para lo cual, y a diferencia de lo ocurrido en otras fases de repoblación previas, contó con la ayuda de las Órdenes Militares. Así, y tras la reconquista definitiva bajo su reinado de la villa de Alcántara, los dominios de este municipio, entre los que figuraba Galisteo, son cedidos a la Orden de Calatrava en 1.214, uno de los primeros datos históricos que afectan plenamente a la historia galisteña. Poco tiempo después, y ante la lejanía entre la localidad alcantarina y los calatravos, con base cercana a Ciudad Real, el monarca decide cambiar de Orden a la cual encomendar el cuidado de estos nuevos territorios anexionados al reino. Serán cedidos a la Orden de San Julián del Pereiro la cual, debido a su nuevo asentamiento, comenzará a tomar el nombre de la villa como propio, conociéndose así y desde entonces como la Orden de Alcántara.

Ermita Templaria de San Berto, en Hinojal (Cáceres)

09 sábado Mar 2013

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Ubicada a las afueras de la localidad de Hinojal, en el poniente del casco antiguo del pueblo, la Ermita de San Bartolomé, conocida comúnmente como de San Berto, se erige entre dehesas y pastizales al sur del río Tajo desde mucho antes de la fundación del municipio, construida por los hermanos de la Orden del Temple que ocuparon durante el siglo XIII estas tierras, o bien reconvirtiendo los monjes-guerreros para la cristiandad un antiguo morabito de origen islámico.
Posiblemente uno de los hechos que, a lo largo de la historia de las tierras y de los pueblos que conforman la actual Extremadura, más ha marcado el devenir de nuestra región, dibujando a la par las bases de nuestra cultura, de nuestra identidad e incluso de nuestro presente, ha sido la repoblación acaecida sobre la misma tras la reconquista llevada a cabo por los reinos cristianos del Norte peninsular, a lo largo de la Edad Media. Mientras que otros aspectos históricos de gran calado que marcaron el rumbo de la historia se han ido diluyendo con el paso del tiempo, como la división territorial de la Hispania romana que promovió la presencia de la Lusitania en estos confines, la relevancia peninsular emeritense durante la ocupación romana y visigoda, o la existencia de una monarquía de fe musulmana asentada en la ciudad de Badajoz desde donde gobernaba el homónimo Reino Taifa, la repoblación y colonización cristianas llevadas a cabo en Extremadura se ejecutaron bajo unas condiciones históricas concretas, influencias en gran medida por diversos aspectos y características socio-geográficos muy singulares, que propiciaron una repartición del territorio muy singular, y una repoblación muy particular, cuyo peso aún marca el día a día en nuestra Comunidad.
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Fueron las Órdenes de Alcántara, primitivamente llamada de los Caballeros de San Julián del Pereiro, y la de Santiago, inicialmente de los Fratres, Freires o Caballeros de Cáceres, las dos organizaciones militares que recibieron mayor número de territorios y de más grandes extensiones a lo largo y ancho de la región extremeña, con presencia predominante de la primera en las tierras de Cáceres, y de la segunda en la provincia pacense. Hubo sin embargo otra Orden militar que también recibió por parte de los monarcas diversos enclaves, de los que dispuso bajo su mandato en ambas demarcaciones extremeñas. Siendo la primera de las Órdenes militares que recibió este privilegio en Extremadura, poniendo Fernando II de León bajo su jurisdicción e inicialmente algunos de los castillos reconquistados en la Transierra, actualmente la Sierra de Gata, la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, más conocida popularmente como la Orden del Temple o de los templarios, administró tres Encomiendas en territorios extremeños, de dilatadas dimensiones y repartidas por ambas provincias cacereña y pacense, regidas bajo sus costumbres y directrices, sin otorgar capitalidad que las gobernase a todas ni destacando poblaciones dentro de cada una de ellas, para provocar así una homogeneidad entre las localidades que las formaban. Las tres Encomiendas serían conocidas como la de Alconétar, en Cáceres, y las de Capilla y Jerez-Ventoso (Jerez de los Caballeros-Valencia del Ventoso), al noreste y sur de la provincia de Badajoz, respectivamente.

Ocupaba la Encomienda de Alconétar, la primera en formarse y la última en disolverse de las tres con que contaron los templarios en Extremadura, entre 1.167 y 1.310 (con recuperación momentánea almohade de la mayoría de los territorios que la comprendían a finales del siglo XII), una franja de terreno que alcanzaba por el Oeste cacereño la frontera portuguesa, algunos de cuyos municipios, por entonces bajo el gobierno de los templarios, pasarían posteriormente a formar parte del vecino reino, como Salvaterra do Extremo, separada de España por el río Eljas y con la que se comunicaban a través del Puente romano erigido sobre mencionado caudal. Templario era también el control efectuado sobre el romano Puente de Alcántara y las fortalezas aledañas y defensoras del mismo, si bien la localidad alcantarina pertenecía a la Orden homónima, con los que pleitearon en diversas ocasiones llegando a dar lugar a auténticos combates auspiciados por una reconocida enemistad entre ambas formaciones. Desde allí, y remontando el curso del río Tajo, las posesiones de la Orden del Temple alcanzaban el sitio de Alconétar, erigido sobre la antigua Túrmulus romana, en la confluencia de los ríos Tajo y su afluente Almonte, donde también el Puente de Mantible se contaba como una de las pertenencias de la Orden templaria, cuya explotación, basada en el peaje solicitado para poder atravesar el viaducto y continuar así la ruta conocida como Vía de la Plata, proporcionó cuantiosas sumas a los monjes-guerreros. Cerca de mencionado enclave, Cañaveral y Garrovillas de Alconétar se sumaban a las poblaciones templarias, lindando al Este con el término municipal de Plasencia, y al Sur, a la altura de los actuales Talaván e Hinojal, con el término municipal cacereño.
Con un total de 1.142 km2, los templarios que gobernaban la Encomienda de Alconétar recibían sus ingresos fundamentalmente a raíz de los peajes mencionados, impuestos sobre los puentes destacados que figuraban dentro de sus territorios y que facilitaban el paso sobre ríos de potente caudal, como en el caso del Tajo. Sin relevancia en lo referente a la agricultura, y sin olvidar los tributos recibidos a través de la denominada “luctuosa” o “luytosa” (pago en forma de dinero o especies recibidos cada vez que uno de sus vasallos o habitantes de la Encomienda moría), el resto de las ganancias provenían de la amplia explotación ganadera a la que sometieron las vastas extensiones de terreno cedidas por la Corona, salpicadas de reses vacunas, así como porcinas y ovinas, cuyos productos, tanto cárnicos como derivados, especialmente la lana, eran ampliamente solicitados, respaldados por la feria de ganado que periódicamente tenía lugar en Alconétar.

Esta amplia dedicación ganadera ha sido una de las principales herencias legada por la Orden del Temple a los pueblos sobre los que un día se asentaron, herencia, por otro lado, escasa en cuanto a bienes inmuebles, o incluso bienes muebles, se refiere, ya que el carácter práctico de los hermanos que conformaban la Orden llevaba en la mayoría de los casos a la reutilización de edificios construidos previamente a su posesión de los terrenos, reutilizando muchos de los castillos que los musulmanes elevaran para defensa del territorio, como es el caso de Portezuelo. Los inmuebles que sí llegaban a ver la luz de la mano templaria llevarían el sello de la Orden grabado a través de los votos de pobreza y obediencia, así como sometimiento absoluto a Dios, a que se sometían y bajo el que construían, reflejados en el lema de estos monjes-guerreros sobre el que basaban su existencia y que llevaban en ciertos aspectos hasta el extremo: “nada para nosotros, Señor, sino para dar gloria a tu nombre”. Estas características, recibidas de su origen cisterciense y recogidas en el Libro de la Construcción de la Orden, unidas a su doble condición de eremitas y soldados, propició la aparición más que de un estilo, de unas peculiaridades propias en sus edificios, donde la sobriedad, la austeridad, la sencillez, la pobreza de materiales y el carácter militar marcaban las trazas y el diseño.
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Arriba: con un interior recio y austero, la Ermita de San Berto conserva escuetos restos de su escasa decoración original, basada ésta principalmente en sencillos esgrafiados entre los que sobresale en la cabecera, sobre la hornacina central, un triángulo isósceles que guarda en su interior un jarrón con azucenas, símbolo de la consagración de los edificios a la Virgen María, santa titular del escaso santoral del que los templarios era devotos.
Gracias a la bula papal otorgada a la Orden templaria por Alejandro III durante el tercer cuarto del siglo XII, confirmada por el Papa Gregorio IX en 1.238, los caballeros templarios disponían de total libertad para erigir templos. Con gran devoción por Santa María, la mayoría de sus iglesias y ermitas estaban dedicadas a la Madre de Dios o al pequeño santoral del que eran devotos, destacando entre los personajes religiosos a venerar por los monjes-guerreros Santa María Magdalena, San Miguel, San Sebastián o San Bartolomé. En el caso del edificio religioso más destacado dentro de la Encomienda de Alconétar, ubicado en mencionado enclave y hoy sepultado y desaparecido bajo las aguas del conocido como Embalse de Alcántara, estaríamos ante un complejo religioso compuesto de convento y ermita adosada, erigidos bajo la advocación de Santa María de Magdala, para lo cual se reaprovecharon, al parecer, los restos de una antigua basílica visigoda construida en las cercanías del Puente de Mantible, en el margen derecho del río Tajo, y junto a la cual, durante el siglo XIII los templarios acondicionaron un recinto funerario, enterrando allí a muchos de sus hermanos. Sí se conservan, por el contrario, una casa-convento así como una ermita templarias a no mucha distancia de la anteriormente mencionada, ubicada la primera en las cercanías de Garrovillas de Alconétar, hoy convertida en la casa de los ermitaños de la Ermita de Altagracia, y la segunda a las afueras del pueblo de Hinojal.

La denominada como Ermita de San Bartolomé, más popularmente conocida por los hinojaliegos como Ermita de San Berto, reúne las características propias de las construcciones templarias en general, y algunas particularidades que la relacionan con el resto de edificios religiosos de la Encomienda de Alconétar, en particular, como es el uso de la pizarra en sus muros, siendo igualmente de esta fábrica las paredes del desaparecido Convento de la Magdalena de Alconétar. Estas características, así como el legado oral, frente a una prácticamente ausencia de escritos que nos hablen de la fundación u origen del templo, permiten atribuir la construcción del edificio a la Orden Militar que poseyó estas tierras, cuyas dehesas, amplias y generosas en pastos, pudieron surtir a las numerosas cabezas de ganado templarias, como aún hoy en día lo siguen haciendo para los habitantes de la localidad. Si bien la advocación formal de la ermita, dedicada a San Bartolomé, uno de los escasos santos hacia los que los templarios ejercían devoción, nos acerca a ese origen medieval concreto, la costumbre de denominar al templo bajo la advocación de San Berto, diminutivo de Roberto, pudiera hacer referencia al santo y monje benedictino fundador de la Orden monástica del Císter, San Roberto de Molesmes, bajo cuya influencia pudo tener lugar también la aparición de la Orden del Temple, a comienzos del siglo XI. Son sin embargo su reducida dimensión, la hibridez de su composición, a caballo entre lo religioso y lo castrense, o la gran austeridad en el interior y en el exterior, con ausencia casi total de ventanas o vanos, lo que definitivamente acerca este monumento a los monjes-guerreros que administraron estas tierras.
Aunque no se tienen noticias concretas sobre la fundación del pueblo de Hinojal, pudiendo llevarse a cabo entre los siglos XIV y XV, cuando estas tierras, una vez disuelta, perseguida y desaparecida la Orden del Temple en 1.307 pasaron principalmente a manos de la Orden de Alcántara en los territorios norteños de la Encomienda, así como bajo poder regio en los enclaves más sureños, como Alconétar, Garrovillas o Cañaveral, la presencia de la Ermita de San Berto a las afueras de la localidad hinojaliega hace pensar que una posible población previa al actual municipio tuviera presencia en este enclave, como pudiera atestiguar la conservación de varios enterramientos musulmanes en las proximidades del templo. Algunos autores llegan a afirmar sin embargo que el monumento pudiera tener no un origen templario, sino andalusí, constituyéndose como morabito o vivienda donde residía un ermitaño o persona pía musulmana, o bien panteón o mausoleo del mismo junto al que se solía habilitar un cementerio donde ser enterrados los seguidores o discípulos del religioso, habitualmente levantados éstos en lugares despoblados y ligeramente lejanos a todo núcleo de población, contando en época de dominio musulmán como enclave poblado más cercano el que encontrásemos en la misma Alconétar. Los templarios, en ese caso, pudieron reconvertir el edificio, cristianizándolo y aplicando sobre él las directrices de sus órdenes constructivas, de las que deriva la base del edificio actual y de cuya ubicación, tiempo después, pudiera originarse la colonización del enclave y surgimiento de la localidad de Hinojal. Si esta teoría fuese cierta, la Ermita de San Berto, ya importante entre los monumentos de la región por ser uno de los escasos edificios de origen templario conservado en nuestras tierras, menos cuantiosos aún aquéllos destinados al culto por los monjes-guerreros, multiplicaría su valor al haber sido reformada por la Orden del Temple pero erigida por los habitantes andalusíes, contando como uno de los escasos ejemplos de morabito existentes en España, donde destaca en la costa levantina y provincia de Valencia el morabito de Marchuquera, igualmente transformado en ermita tras la ocupación cristiana.

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NTRA SRA DE LA CORONADA DE TRUJILLO

02 sábado Mar 2013

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EL MILAGRO

Anales Segundos Toledanos: «Los freires de las Ordenes, è el Obispo de Plasencia prisieron Turgiello dia de la Conversion Sancti Pauli en Janero Era MCCLXX» (año 1232).

El 25 de enero de 1232 el frío helaba las entrañas cristianas cuando don Domingo I ordenó el ataque al Castillo, había caído todo el Arrabal y la guerrilla urbana intramuros con Fernán Ruiz de Castro a la cabeza intentaba llegar al portillo del Poniente y abrirlo para dar paso a un grupo que avanzaban luchando fieramente al otro lado del arco que hoy equivocadamente se conoce como del Triunfo.

Fernán y su gente pudieron llegar y abrir el portillo y rápidamente avanzaron por el interior hasta la retaguardia de la puerta principal en la plaza de San Andrés pillando desprevenidos a los moros…

Es en ese momento cuando dice la leyenda que un fuerte resplandor iluminó la torre bajo la cual estaba la puerta principal apareciéndose la Santísima Virgen, el susto que se llevaron los moros fue tal que fácilmente se pudo dar paso a las tropas cristianas en los extramuros que irrumpieron por la calle del Paso.

La entrada oficial fue con el señor Obispo bajo palio y acompañado de los cuatro Maestres alcantarinos, santiaguistas, hospitalarios y templarios junto al héroe de la jornada, Fernán Ruiz; flanqueados por los principales capitanes Añascos y Bejaranos, canónigos y monaguillos diversos de la Jornada increíblemente milagrosa y fría, día de San Pablo y al que posteriormente dedicarán una capilla en la segunda fortaleza.

El carácter Mariano de la ciudad se refuerza en este mismo momento cuando el prelado placentino bendice las ruinas venerables de la basílica cisterciense. La Iglesia ya estaba dedicada a Santa María el siglo anterior, Don Domingo I de Plasencia le añadió el título de Mayor comenzándose enseguida su restauración al mismo tiempo que las de Santiago y San Andrés lo que demostramos con sillares signados de canteros, algunos de ellos habían participado en la construcción de la catedral de Plasencia y vemos sus firmas repetidas en ambos templos.

De la primitiva iglesia románica solo nos quedan el frente Occidental hasta media ventana circular, la pila de bautismo vieja, con sus cruces cistercienses, peral descarnado de freires pereros y todo arrinconado junto a la puerta Principal, como dispuesta a desaparecer al dejarla en simple anécdota garcía-paredil, y la torre románica o «Turris Julia», que los almohades abatieron sus campanas dejándola en todo caso para la llamada a Oración del Mohacín en el escaso tiempo almohade que fue desde 1196 a 1232, 36 años rematando los últimos de dominio islámico en la medina y entre las ruinas que nunca perdieron su olor cristiano. Las mezquitas no eran tan espectaculares y es muy posible estuvieran donde más habitación había que era extramuros, allí estaba la sinagoga, si acaso Santiago pudo ser utilizada por los almohades como mezquita, tiene tradición avisadora, allí fue a parar la campana del Concejo, mohacín civil, pero la mezquita principal es la que sobrevive a la reconquista, donde hoy está San Francisco.

La iglesia de Santa María la Mayor es un museo de la historia plasmado en sus diferentes muros, estribos, contrafuertes, columnas, nervaduras y ménsulas. El resto más antiguo nos lo encontramos en el sótano de la Sacristía, dos hiladas de hermosa sillería con grosores típicamente visigóticos, es la pared sur de la vieja basílica, con puerta de entrada sobre la cual está la puerta de la Sacristía comiéndose el muro, posterior, que separa la gran nave del ábside. Llegaba hasta la torre, actual dimensión, adonde se accedía por una puerta tapada con el retablo de la capilla de los Pizarro.

Una historia Apócrifa

Blog Historico de Alfonso Naharro

TRUJILLO -PARROQUIA DE SAN MARTÍN

02 sábado Mar 2013

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En la iglesia parroquial de San Martín, cobijada bajo una hornacina del muro del Evangelio, se conserva la magnífica talla de Ntra. Sra. de la Coronada (111 x 50 x 27 cms.) con el Niño en brazos (44 cms). Pero, este no fue su emplazamiento primitivo, en la Edad Media fue muy venerada en la ermita que lleva su mismo nombre, La Coronada, situada a 10 kms. de Trujillo y, propiedad de la villa de Trujillo, fue entregada a los caballeros Templarios hasta la extinción de dicha Orden, por el Papa Clemente V con la bula Vox in excelso (3 de abril de 1312), volviendo la villa de Trujillo a correr con con la dotación y culto de esta ermita y por voto solemne del pueblo, recordando la victoria sobre los árabes (1232), iban los trujillanos con el Concejo todos los años en procesión a dicha ermita el lunes de Pascua de Resurrección y se celebraba una suntuosa fiesta en honor de Ntra. Sra. de la Coronada

MISTERIOS DE CÁCERES (III)

02 sábado Mar 2013

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Nadie contento

De esta aveniencia ninguna de las dos partes salen contentos. Los caballeros pierden su casa, de la que tienen que marchar, llevándose -según documentos- hasta los sepulcros, insignias y todo lo que pueden llevar, y por lógica, cambiándose el nombre de Cáceres y Espaderos -de malos recuerdos- por el de Orden de santiago, que es como se llamarán desde entonces y hasta nuestros días. El rey les ha dicho que su herencia la tienen en la tierra de moros que han de conquistar y él les autoriza a hacerlo, siendo cierto que lograron hacerlo muy bien.

El rey tampoco sale contento tras el pleito y la prueba es que el Fuero (más original de lo que se ha dicho) refleja su temor a que esto vuelva a llenársele de curas, frailes y comunidades religiosas que mangoneen lo conseguido por él y resten poderío a la corona, por aquello tan popular de «Si entra un fraile en tu casa, no le dejes colgar la teja en ningún clavo, porque al día siguiente el clavo será suyo y… a los tres días la casa y sus moradores». El Fuero prohibe dar bienes raíces a los religiosos, aunque hace la salvedad de las casas de los párrocos y el Palacio del Obispo. Es más, cuando se les dan terrenos, como en el caso de San Francisco, hay que «fingir» o realizar un milagro para lograrlo, o se recurre a la cesión de uso del terreno, pero no de la propiedad, aunque esto es «harina de otro costal» y sería largo estudiarlo.

Hay otra cosa también marginal para nuestro propósito y es la fecha del Fuero y la toma de Cáceres, sobre la que han discutido investigadores de mucha talla… Porque el rey no puede dar el Fuero hasta rrealizada la concordia de Galisteo ya que hasta ese momento, Cáceres aún no es suyo… por tanto, si la fecha de la toma es el 23 de Abril de 1229, la del Fuero es posterior, o si es la del Fuero, la toma fue antes…, pero son fechas muy ajustadas, ya que el rey muere en 1231 y… dejemos eso, ya que hay fechas para todos los gustos y no viene a nuestro caso.

De un modo u otro los caballeros se van, dándoles -como supongo- como es lógico un tiempo para «recoger sus bártulos» y despedirse. Y el rey comienza el poblamiento de Cáceres, dando tierras y derechos a los que quieren quedarse y unas leyes, reflejadas en el Fuero, que harán cumplir los del Concejo nombrados por él, que representarán siempre al Rey, ya que Caceres nunca tendrá más «amo», ni mando de noble o religioso… y así hasta el pasado siglo. No era fácil el poblamiento, porque los llegados querían, en su mayoría, seguir en la huste, por lo que había que crearles grandes atractivos en tierras y privilegios… como así se hizo.

Lo que nos queda

La pregunta es ¿Qué nos queda ahora de todo aquello?

Pues de la época de los Caballeros nos queda su Instituto, la iglesia de Santiago, que no está ahora como debió estar entonces, ya que fue reformada en el siglo XVI por el Arcediano de Plasencia, D. Francisco de Carvajal, pero al reformarla Gil de Hontañón respetó algunos motivos del viejo templo de los Caballeros-, en los que podemos apreciar, sobre todo en la parte exterior, en la que se llama «Puerta de Peregrinos», una serie de interesantes restos de la época conventual» todo el arco de la puerta está adornado con veneras o conchas de peregrinos. Sobre ella, en el tímpano, hay un ingenuo y viejo escudo en el que se ve a Santiago como peregrino, con bordón, calabaza, sombrero y a pie. Sobre ese arco y a lo largo de lo que debió ser la altura del antiguo templo, se han respetado una serie de canecillos de piedra que reproducen símbolos románicos: la venera y, curiosamente, escudos muy primitivos con las dos espadas cruzadas (que más tarde serían el símbolo heráldico del apellido «Cáceres» y «Espadero»). Este escudo, muy primitivo, se reproduce también dentro del templo y con el mismo primitivismo en la «Torre Juradera de los Espaderos», situada en la calle Tiendas. De estas torres existen dos con el mismo nombre: la mencionada y otra que hubo en «Cáceres el Viejo» a orillas del Guadiloba, de la que parece ser según Publio Hurtado, en su época no quedaban más que los cimientos.

Existe también la llamada «Cuesta del Maestre», desde Santiago a la «Torre Juradera de los Espaderos» de la calle Tiendas.

También existe la «Torre de Bujaco» y su tradición de haber sido allí inmolados los 40 Fratres que la defendían cuando la tomó el emir Abú-Jacob. Ellos constan como los 4o primeros mártires del bulario de la Orden de Santiago; y existe el recuerdo y la tradición de los Fratres, reflejados en un moderno polígono urbanístico, lo que indica que el nombre, al menos continúa en la mente de los cacereños, por mucho que se hiciera por borrarlo.

De la época del poblamiento del rey, nos quedan, aparte del Fuero, la villa y su historia, algunos enigmas que vamos buenamente a repasar.

Las enigmáticas familias Cáceres y Espadero

Publio Hurtado que es para mí -y hasta lo de ahora- la máxima autoridad en el origen de las familias cacereñas que poblaron Cáceres desde su reconquista, nos habla de las que llevaron los nombres de «Cáceres» y «Espaderos», curiosamente los mismos nombres por los que fueron conocidos popularmente los recién expulsados mílites Fratres. Agrega, refiriéndose a los «Cáceres», que hasta el siglo XI el apellido familiar no es habitual y se toma de un hecho de armas, una procedencia, un defecto o un «mote» en general.

Reconoce él -todo ello refiriéndose a los de Cáceres- que el origen único y común de patronímicos es más difícil de probar, ya que hoy en día así sucede. Por ejemplo, el capitán Diego de Cáceres Ovando, se llamó realmente Diego de Ovando, lo de Cáceres se le agregó por su procedencia; igual que en la actualidad a un torero cacereño, conocido antes por «El Vivas» y llamado Antonio Sánchez, en los carteles de América se le conocía por «Sánchez Cáceres», no porque llevara ese apellido, sino por haber nacido aquí… con lo que el origen común de los «Cáceres» es más difícil de probar como procedentes de una única rama.

No sucede lo mismo con los «Espaderos» que, excepto alguna fantasía de algún «rey de armas», su procedencia es común y está alrededor de nuestra villa y en los aledaños de la época que tratamos. Se extraña el historiador citado, de que alredor de esta familia hay una serie de leyendas y tradiciones, cuyo origen confiesa desconocer. En el Cáceres de la época conocido por don Publio, existía una especie de «clan» familiar integrado por los que llevaban el apellido «Espadero» -aunque fuesen gente sin fortuna- que se llamaban entre ellos «familia» (como se llama la Mafia) reconociendo por cabeza a uno de este apellido, al que llamaban «el conde» (aunque no lo fuera de título, sino de mote) siendo este «adaliz» -en la época de don Publio- un viejo hortelano de 80 años llamado Antonio Espadero Jiménez «reputado como el más inteligente de su gremio, presidente del Jurado de Riegos y respetado por todos» (según Publio). Ellos hicieron diversas reclamaciones de sus viejas posesiones, aún con abogados y documentos, ante la Casa de Abrantes, entre otras, importándonos sólo el que, aún pasados siglos de la conquiista de Cáceres, había una familia que vino a ella que seguía funcionando como «clan» y unidos por su propio apellido, aun sin tener fortuna. ¿Qué puede significar esto?

Para mí -y reconozco que ello puede ser discutible- significa que en ese pleito tenido entre el rey y los Frateres (con duración de dos años y sancionado por el Papa) parte de esos mílites toman partido por el rey, siendo lo que ahora conocemos como «tránsfugas», recibiendo en el reparto de tierras y honores posteriores, que hace el rey, el «pago» de esa ayuda que les obliga a abandonar la Orden (a la que en cierto modo han traicionado), siendo conocidos -por ese origen- como «Cáceres» y «espaderos» (indistintamente, porque es el mismo «clan») y tomando esos nombres por apellidos, se identifican con el mismo símbolo heráldico: las dos espadas, que siendo un símbolo del noviciado de la Orden ésta ha abandonado quizá por recordarle demasiado la pérdida de la villa, qudándose sólo con el de la espada tinta en sangre, que hoy conocemos como «cruz de Santiago».

¿Qué síntomas pueden avalar esto? Algunos francamente sospechosos: «Ruy Silvestre Espadero fue uno de los caballeros que ayudan al rey Alfonso IX a reconquistar la villa donde deja a sus hijos muy bien heredados, siguiendo él en la hueste para asentar después en Baeza». Según Hurtado, fue una de las familias que mayor parte sacaron en el botín «siendo suyo el perímetro comprendido entre los ríos Ayuela y Salor y otros heredamientos que aún llevan sus nombres. Utilizando indistintamente los apellidos Cáceres o Espaderos y el mismo símbolo heráldico y también se llamaron indistintamente los Cáceres «Señores de Espadero» o los Espaderos «señores de Cáceres, aunque hubieron de agregar «de Cáceres el Viejo» porque el Fuero no reconocía en Cáceres más señor que el rey. ¿Acaso esos señoríos procedían de cuando siendro Fratres se llamaban «Señores de Cáceres o de la Espada»?. No lo sé.

Lo que sé es que estos «espaderos» eran muy aficionados a las Órdenes Militares -lo que es sintomático- y muchos de ellos fueron altos cargos en algunas, aunque no dentro de la villa, donde no podía haberlas por prohibición del Fuero a los «cogullados». No obstante, Martín Gómez Espadero, con otros nobles cacereños funda en 1345, la de Nuestra Señora del Salor, con reminiscencias templarias, saltándose un poco a la torera el Fuero ya que estaba incardinada en San Mateo en Cáceres, pero con templo en Torrequemada y con permiso del rey Alfonso XI. En la hermandad sólo podía haber nobles y desaparece en 1519, destinándose sus fondos a hacer la torre de san Mateo.

Ello, las insignias, los nombres, las aficiones y ese «clan» familiar llegado a nuestros días -del que nos habla don Publio- me hacen sospechar, que aparte de los símbolos inanimados, aquí quedó una parte viva e importante de los fratres, aunque como diríamos ahora «apuntada en el grupo mixto, como Pedro Cañada»… pero formando la levadura del primer vecindario de Cáceres del que, de un modo u otro, descendemos todos.

Aunque como dice el mago «Anthony Blake», que sale en televisión, y con ello termino: «Todo lo que han oído y visto ha sido producto de su imaginación y de la mía… no existe, no le den más vueltas».

MISTERIOS DE CÁCERES (II)

02 sábado Mar 2013

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El difícil poblamiento

Según el catedrático D. Antonio Floriano, que ha sido uno de los que ha profundizado en esta época, «era necesario poblar Cáceres y en el empeño puso todo su esfuerzo la Corona de León, que era a quien primordialmente le importaba. Desde la reconquista de Plasencia por Alfonso VIII, toda la repoblación de la vertiente septentrional del tajo se había llevado a cabo por las Órdenes Militares y, como es natural, en su exclusivo provecho… En el arco desde Montfragüe hasta Alcántara, las tierras, los castillos, los poblados y aldeas de alguna importancia estaban en su poder. A la de Alcántara pertenecían: Alcántara, Piedras Albas, Ceclavín, Acehuche y Portezuelo. Al Temple el castillo de Alconétar y las villas de Garrovillas, Hinojal, Talaván y Santiago del Campo. La fortaleza de Montfragüe estaba en poder de Calatravos, después de haber pertenecido a la recién creada Orden de los Fratres de Cáceres o de la Espada, los cuales esperaban la reconquista del territorio cacerense para reclamarlo por propia heredad, como lo hicieron luego con Trujillo, Montánchez, Mérida y Badajoz. con lo que quedarían en su poder ambas vertientes del Tajo, más la vertiente norte del Guadiana.

A la corona real no podía convenir en modo alguno la formación de un núcleo de poder tan importante y que en una gran extensión de terreno cerraba todos los caminos del Sur, y por ello decidió crear en Cáceres una villa de realengo, con territorio propio, con fuero autónomo y sin más dependencia que la de la Corona de León. Así lo hizo y así quedó el término de Cáceres enclavado, como enorme islote, rodeado en su totalidad por el dominio del as Órdenes».

Yo diría más, diría que se creó para frenar el dominio de las Órdenes y contra ellas, por lo que el Fuero que rigió Cáceres es singularmente anticlerical, llegando a prohibir a los vecinos que dieran nada a los curas y a las órdenes religiosas. La cabeza de estas órdenes era el Papa y no el rey que,aunque acatara al Papa tenía que defenderse en lo material de un poder ajeno (extranjero).

Nacimientos de los Fratres

Antes de todo esto, en 1170, cuando Fernando II toma Cáceres, nace un nuevo Instituto religioso-militar. Varios caballeros de la hueste, entre ellos D. Suero Rodríguez y D. Pedro Fernández acuerdan congregarse en «germanitate» caballeresca, cuyos objetivos eran luchar contra el infiel y proteger los caminos de las peregrinaciones a Santiago. Titulóse el nuevo Instituto «Congregación de los Fratres de Cáceres y Caballeros de la Espada», nombre que el pueblo transformaría, refiriéndose a sus miembros en Cáceres y Espaderos, al igual que a los miembros de la Guardia Civil se les llama, simplemente, «civiles.

Su casa-matriz la sitúan en la iglesia de Santiago, en las afueras de Cáceres y a escasos metros, frente a la Puerta de Coria, de la muralla y al lado de la calzada que ahora conocemos por «Ruta de la Plata», partiendo de ella una empinada cuesta que llevaría hasta el «conventual», que se establece dentro de muralla, al final de esa cuesta, llamada cuesta del Maestre y termina en un edificio del que sólo resta hoy la llamada Torre Juradera de los Espaderos (y sobre cuyo solar ha levantado recientemente, creo que Dionisio Hernández Gil, un «pecado» histórico-artístico).

Según afirma Floriano, «Esta Orden nació con escasa fortuna. En primer lugar, al recibir la villa «pro sua hereditate», en el año 1170, se fraguaba por el mediodía una de las más terribles tormentas que hubo de sufrir la Cristiandad. El emir almohade Yusuf-abu- Yacub estaba decidido a restaurar el poderío musulmán en nuestra Península y lo hizo hasta el Tajo, atacando Cáceres, defendida por los Fratres de la Espada, la tomó al asalto y degolló a los defensores…»

Se dice que en 1183, Fernando II volvió a tomar Cáceres pero por poco tiempo, y este tira y afloja continúa con diversos reyes, ayudados por la Orden. Se habla de una toma en 1213 por Alfonso IX de León, reclamándola los caballeros como suya, e iniciándose un pleito con el rey -que no quiere darla- recurriéndose al Pontífice… pero el pleito se interrumpe, por perderse la villa. En 1218 el rey vuelve a intentarlo, por recomendación del Papa Honorio III, pero el temporal le hace levantar el sitio, igual que sucede un año después; y este tejer y destejer se repite varios años más hasta la toma definitiva.

Volvamos a la Orden y a su «mal fario». La primera fortaleza de esta Orden estaba emplazada en el camino de Coria a Galisteo y se llamaba «Atalaya de Pelay Velidiz», que les donó en 1209 el rey de León, juntamente con la de «Palomero», que está cerca de «illas zafurdas» (o sea, las Hurdes). Aparte de esos dos castillos, no poseyeron más que el de «Granadilla».

El gran desengaño de la Orden fue el que tomada Cáceres Por Alfonso IX, el rey se niega a dársela, continúa el pleito y en la «aveniencia de Galisteo» cede en darles a cambio Castrotorafe, Villafáfila y 2000 maravedises, pero se queda con Cáceres, echando de ella a los caballeros y prohibiendo a los vecinos dar nada a los «cogullados» y a los que «renuncian al siglo», o sea, a los curas y a los frailes.

MISTERIOS DE CÁCERES (I)

02 sábado Mar 2013

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Mitad monjes, mitad soldados

En el reparto de tierras que hacían los reyes, la más beneficiada fue la Iglesia, que crea una serie de instituciones conocidad como Órdenes militares-religiosas (a ejemplo de la del Temple, nacida en las Cruzadas) que dependían directamente del Papa, aunque estuvieran en lo temporal al servicio de los reyes cristianos que luchaban contra el moro. de ahí surge el simbolismo de las dos espadas -del que hablaremos a continuación- y que utilizaron como primer escudo los «Fratres de Cáceres», aunque quedó después para el noviciado, usando los caballeros veteranos la cruz en forma de espada y tinta en sangre que hoy conocemos como cruz de Santiago… pero no adelantemos acontecimientos.

Desde «el temple», el caballero que aspiraba a ingresar en la Orden, tenía que iniciarse con unos noviciados y probaturas que simbolizaban la «muerte» a la vida pasada -al mundo- para nacer a una nueva vida espiritual y convertirse en una criatura perfecta, un caballero mílite.

Se daba el caso, que ha pervivido hasta nuestros días en las tropas profesionales, que los caballeros (sin ser sacerdotes) se confesaban entre sí y se daban unos a otros la comunión antes de entrar en batalla.

Tomando como ejemplo la del Temple, las Órdenes las formaban cuatro clases de individuos: caballeros, escuderos, hermanos legos y sacerdotes encargados del culto divino, si lo había y si no se encargaban de él los propios caballeros que eran «mitad monjes-mitad soldados»… un ideal perdido ahora, en que muchos de nuestros políticos son «mitad sociatas-mitad «chorizos».

No es necesarioo recordar toda la historia de los Templarios, que tras acumular riquezas y honores, por los celos del Papa y el rey Felipe el hermoso de Francia (se dice que para repartirse entre ambos las enormes riquezas) son excomulgados y juzgados, y muertos muchos de ellos, ante Notre Dame de Paris, donde fue quemado su Gran Maestre, Jacques Du Molay, que négose a confesar ser un hereje, pronunciando unas misteriosas palabras de las que se dedujo que la Orden pervivía convertida en Sociedad Secreta, sin sujeción al Papa, como creen muchos estudiosos del tema.

El simbolismo de las dos espadas

En la 2ª partida del Rey Sabio, se recoge el simbolismo de las dos espadas que sostienen el mundo: el porder espiritual y el poder temporal; o sea, el rey o emperador es vicario de Dios en lo temporal, al modo que el Papa lo es en lo espiritual… lo que forman y simbolizan las dos espadas, que en los antiguos escudos de la Orden de los Fratres están representados en la «Puerta de Peregrinos», su antiguo conventual y hoy nuestra iglesia de Santiago, así como en la propia «Torre Juradera de los Espaderos» de la calle de Tiendas (para mí el único resto de la Casa del Maestre), son dos espadas cruzadas con las puntas hacia abajo. Escudo que después hicieron suyo los mílites desgajados de la Orden por apoyar al rey y que tomaron los apellidos de Cáceresy Espaderos -representados con igual símbolo heráldico, por tener igual procedencia- y que dejaron de ser mílites para convertirse en los primeros vecinos del recién tomado Cáceres
Pero volvamos al simbolismo de las dos espadas explicado en la 2ª Partida del rey Sabio, donde se agrega: «Estas son las dos espadas que mantienen el mundo y de ellas habló Nuestro Señor Jesucristo el Jueves de la Cena cuando preguntó a sus discípulos sin tenían armas con las que le amparasen de aquéllos que le habís de prender. Y ellos le dijeron que llevaban dos cuchillos. El cual respondió, como quie sabía todas las cosas, y dijo que asaz había… etc. etc.»Esto que han oído, no lo digo yo, sino Alfonso X el Sabio que, en definitiva viene a decir, como creencia de entonces en las dos espadas, que el que muere en servicio de Dios y de la Fe (una espada), pasa de esta vida al Paraíso; y el que muere defendiendo a su señor natural (rey o emperador), que es la otra espada, gana honra y también pasa al Paraíso.

Estas teorías -por extrañas que parezcan- no son sólo las del Rey, sino las doctrinas del Papa Bonifacio VIII sobre la Iglesia y el Estado, las dos espadas que quería ver en manos del Romano Pontífice… y que fueron anuladas posteriormente en el Concilio Vaticano I por orden de León XIII, que en realidad hace que ambas espadas se envainen… pero eso es mucho después y para nuestra tesis vale la idea anterior de las dos espadas que se dan en tiempos de nuestros Fratres y expresan claramente el rey Alfonso X El Sabio y el Papa Bonifacio VIII y rigen para todo el medievo. Dentro de nuestra Orden son el símbolo del aspirante a mílite, del lego o escudero que, tras la vela pertinente de las armas, la jura tras su noviciado y pruebas, entre ellas la entrada en batalla y sus resultados personales, se le cambiarán por la espada tinta en sangre y en forma de cruz -no se olvide- que es el símbolo definitivo de la Orden… y el que adoptarán como definitivo y único cuando, expulsados de Cáceres, cambien el nombre por el de Santiago y no quieran volver a saber nada de los nombres Cáceres y espaderos, que tuvieron anteriormente, ni de su representación heráldica de las dos espadas, que les recuerdan viejos tiempos… pero que adoptarán los mílites que por haber ayudado al Rey en el famoso pleito abandonan la Orden, convirtiéndose en los primeros «transfugas» de ella (como diríamos ahora) y quedándose como vecinos de Cáceres, enriquecidos por el Rey.

EL TEMPLE, CLAVE PARA LA FORMACIÓN DE LA REGIÓN

02 sábado Mar 2013

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La torre de Floripes

La Orden fue una pieza necesaria para que los reyes leoneses y castellanos conquistaran las tierras al sur de la Sierra de Gata, por entonces llamada Transierra, germen de Extremadura

Es indudable la proliferación de libros con temática relativa a la Orden del Temple que se han publicado en los últimos años. La inmensa mayoría carentes de rigores históricos y encuadrados en la novela, en la leyenda o el esoterismo que, si bien pueden entretener, desvirtúan en muchos casos la imagen real de los Caballeros de la Orden del Templo o Caballeros del Temple. En otros casos llegan a nuestras manos libros que pretenden acercarnos a la historia general del Temple, donde se nos habla de sus batallas en Tierra Santa o su poder en Francia, y todo esto nos parece lejano a nuestra tierra.
Pero no podemos olvidar que en realidad El Temple, la Orden de caballería medieval más famosa, poderosa y antigua, tuvo una fuerte presencia en Extremadura que duró casi siglo y medio. Sus tres encomiendas extremeñas llegaron a tener una extensión más grande que la actual Rioja o Cantabria, por poner dos ejemplos comparativos. Obviar esto sería mutilar nuestra propia historia y la de aquellos monjes-guerreros que salpicaron con su legado un inmenso territorio de nuestra actual comunidad.
Para entender la relación de la Orden del Temple con nuestra tierra nos tendríamos que remontar 843 años atrás, cuando los territorios de la actual Extremadura eran dominio musulmán y botín apetecido por los reinos cristianos de León, Castilla y Portugal deseosos de extender sus dominios hacia el sur.
Fue durante el reinado del monarca leonés Fernando II cuando aparece por primera vez documentada la presencia de los templarios en Extremadura, en aquellos tiempos conocida como Transierra. Todo comienza a raíz de la extraordinaria campaña llevada por este rey entre 1166 y 1169, en la que los templarios tendrán gran protagonismo.
Una serie de acontecimientos precipitaron que Fernando II diera un impulso definitivo a la reconquista de la Transierra y tuvo que contar para ello con un ejército disciplinado y contrastado en el campo de batalla como lo era El Temple. El peso de Los Pobres Caballeros de Cristo en esta incursión fue importantísimo si tenemos en cuenta el gran número de donaciones con que les premió el rey leonés.
Con todas las donaciones castilleras, concentradas entre el río Tajo y sus afluentes el Almonte, el Alagón y el Arrago, los templarios formaron su primera encomienda en Extremadura. Como centro de la misma eligieron un lugar bien fortificado y estratégico que era el paso más importante sobre el Tajo, Alconétar.
Años más tarde, Alfonso IX de León dará un nuevo impulso a la reconquista de la Transierra a partir de 1212 tras la derrota musulmana en la batalla de las Navas de Tolosa. Con las conquistas de Mérida y Badajoz en 1230 llevó la frontera leonesa desde el Tajo hasta el Guadiana. Por esas fechas compensó al Temple con los territorios de Burguillos y Alconchel.
Estos territorios, situados en el parte central de la provincia, estaban limitados por los concejos de Badajoz al norte y de Sevilla al sur, el reino portugués al oeste y los territorios de la Orden de Santiago al este, formando una cuña en dirección surestenoroeste. Pero una serie de circunstancias como la preocupación de Fernando III en la conquista del este de la provincia de Badajoz, puerta de al-Andalus, la posterior conquista de Córdoba y Sevilla con ricas vegas que las hacían muy atractivas, y la indefensión de los Concejos de Badajoz y Sevilla con grandes territorios y poca población, fueron poderosas razones para que la Orden del Temple decidiera, de manera unilateral, apoderarse de territorios que no le pertenecían por derecho. Del concejo de Sevilla se apropiaron de la villa de Jerez y de un amplio territorio sobre los que luego fundaron las poblaciones de Fregenal, Zahínos, Valencia de Mombuey, Oliva de la Frontera, Villanueva del Fresno, Higuera la Real y Bodonal. Pero, al igual que ocurriera con Sevilla, los templarios no respetaron los límites del concejo pacense y desde el castillo de Alconchel fueron usurpando territorios hacia el norte (Olivenza), el oeste (Cheles) y el este (Villanueva de Barcarrota y Táliga), donde fundaron nuevas poblaciones.
La encomienda de Jerez
Con todos estos territorios se formó la encomienda de Jerez con una extensión aproximada de 2.888 kilómetros cuadrados, lo que la convirtió en la más grande de todas las encomiendas templarias de la Corona de Castilla y por supuesto de Extremadura, quizá fue esta la razón del deslinde entre Jerez y Valencia del Ventoso en 1272 llamándose desde entonces la encomienda Jerez-Ventoso.
Como rey de Castilla, Fernando III (1217- 1252) emprende una campaña contra los musulmanes para conquistar el Valle del Guadalquivir. Entre sus objetivos se encontraba la bien fortificada y populosa Capilla, enclave fundamental para facilitar el avance cristiano por la Baja Andalucía. Tras catorce semanas de asedio las tropas templarias la tomaron en 1226.
Poco tiempo después de la conquista de Córdoba, los templarios van a recibir de manos del monarca el señorío de Capilla (9 de septiembre de 1236) con un enorme territorio, añadiéndose apenas tresmeses más tarde el castillo de Almorchón. Formándose así la tercera de las encomiendas.
Tres inmensos territorios con escasez de población, en un territorio fronterizo y una vegetación natural muy abundante, no fueron obstáculos para los templarios. El modelo de organización será siempre el mismo, la división de sus territorios en encomiendas o baylías. En lo organizativo cada encomienda se adaptará a su propio territorio tratando de explotar al máximo los recursos existentes. En ninguna de ellas aparecerán grandes núcleos de población que unifique todo el poder, lo que dará más homogeneidad y competencia entre las poblaciones de la misma encomienda.
La repoblación de las tres encomiendas seguirá el mismo modelo. El centro aglutinador de la población es el castillo, cerca de él la iglesia, en honor de la Virgen María como era práctica frecuente entre los templarios, y al amparo de estas dos edificaciones la población.
Ocupar o levantar un castillo
La norma general era ocupar un castillo arrebatado a los musulmanes (Alconchel, Jerez, Cheles, Capilla, Alconétar…) o bien levantar uno de nueva planta (Ventoso en la sierra de San Pedro, Barcarrota, Fregenal, Olivenza, Higuera de Vargas, Burguillos, Cabezón…), para aglutinar aldeas o núcleos dispersos de escasa población, como en Burguillos del Cerro o Garrovillas de Alconétar.
Los templarios supieron repoblar y organizar su territorio de una manera muy eficaz como lo demuestra el hecho de que mientras sus tierras atraían pobladores, sus vecinos como los del concejo de Badajoz, iban disminuyendo su número. Prueba de ello son la cantidad de nuevas poblaciones que fundaron los templarios en las tres encomiendas:
En Capilla, tras la conquista, todos los musulmanes que sobrevivieron fueron enviados al cercano castillo de Gahete (Belalcázar). Ante la ausencia de población autóctona, los templarios se vieron obligados a traer gentes de sus encomiendas gallegas, aún así fundaron: la aldea del Bued (actual Cabeza del Buey), Galizuela, Provichuela (hoy un despoblado cerca del río Esteras), Garlitos y Siruela.
En Alconétar, para la consolidación y repoblación de este territorio, utilizaron como base los castillos, muchos de ellos solamente perduraron mientras cumplieron su función defensiva: Salvaleón, Benavente de Sequeros, Cabezón y Bernardo. Otros como Alconétar persistieron hasta el momento de la disolución de la Orden pasando sus habitantes a la villa templaria de Garrovillas, que junto a Cañaveral siguen siendo núcleos de población en la actualidad.
En Jerez, donde si pudieron contar con población mudéjar y judía, fundaron las poblaciones de: Villanueva del Fresno, Oliva de la Frontera (llamada entonces La Granja de la Oliva), Valencia de Mombuey, Cheles, Higuerilla (posteriormente Higuera de Vargas), Zahínos (o Zafinos repoblada con gentes de la encomienda templaria de Ceínos del Campo en Valladolid), Fregenal de la Sierra, Bodonal de la Sierra, Higuera la Real, La Marutera (aldea hoy desaparecida), Barcarrota (antes Villanueva de Barcarrota), Táliga, Olivenza y Ventoso (en la Sierra de San Pedro).

HOY de Badajoz.
POR J. JULIO LÓPEZ RODRÍGUEZ

EL MONASTERIO DE TENTUDIA Y LA ORDEN DE ALCÁNTARA

01 viernes Mar 2013

Posted by JF.ROMERO in ORDEN ALCÁNTARA

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El Monasterio de Tentudía

A principios del siglo XIII, durante una batalla contra los árabes, el capitán Pelay Pérez Correa, maestre de la Orden de Santiago, al ver que llegaba la noche y no obtenía la victoria, imploró a la Virgen gritando: ¡Santa María, detén tu día!. Y cuenta la tradición que el sol se detuvo en el horizonte para permitir a las tropas cristianas la victoria. El maestre mandó edificar un templo para Santa María de Tentudía.
El maestre Pérez Correa mandó construir una pequeña ermita para honrar este milagro, bajo la advocación de Santa María de Tudía (Tentudía).

El edificio original se fue ampliando en etapas sucesivas por los maestres de la Orden de Santiago.

Con la construcción del Conventual en la localidad cercana de Calera de León, en el siglo XV, la zona se convirtió en uno de los centros más importantes de la Orden de Santiago.

Y a principios del siglo XVI, el Eremitorio de Santa María de Tudía fue declarado Monasterio por el Papa León X, lo que supuso la adjudicación de grandes privilegios y el monasterio fue adquiriendo más importancia.

La Orden encargó en 1518 un retablo al prestigioso maestro azulejero Niculoso Pisano, de origen italiano pero afincado en Sevilla. Este retablo es probablemente uno de los elementos más importantes del monasterio en la actualidad. En el retablo se puede apreciar una placa con la inscripción: NICVLOSVUS PISANVS ME FECIT A.D.1518
Al Monasterio de Tentudía se accede desde Calera de León, a través de una carretera local que asciende hasta el Pico de Tentudía, a unos 1100 metros de altura.

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