A principio del s XII el primer convento se ubica en la ribera de Coa, reino de León, a 50 Km. de Ciudad Rodrigo, conocido por S. Julián de Pereiro. El fundador de esta orden fue D. Gómez Fernández, según el Real privilegio concedido por el Rey Fernando II el 1174. La bula de aprobación y confirmación de la orden fue expedida el 4 de enero de 1177 por Alejandro III.

A la muerte del Rey, le sucede su hijo D. Alfonso IX (1158-1229), quien conquista la villa y el castillo de Alcántara, entregándoles al maestre de Calatrava D. Martín Fernández para que estableciera un convento de su orden. Como los santiaguistas, quienes tenían sus sedes priorales en los conventos de Uclés y León, pertenecientes a distintos reinos, los alcantarinos tendrían dos sedes, Calatrava y Alcántara. De este modo Castilla y León eran los asentamientos de ambas Órdenes de Caballería.

Con la aprobación del Rey, en Ciudad Rodrigo el 16 de julio de 1218, el Maestre de Calatrava da a Nuño Fernández privilegios y la concesión de pasar dicho convento a la Orden de Alcántara para mejor defender las fronteras, dejándose de llamarse del Pereiro.

Las Reglas de Alcántara eran:
•Los caballeros hacían voto de perpetua castidad; pero la bula de Paulo III se les facultó para casarse y testar, no así a los clérigos.
•La elección será hecha por freiles con común consentimiento.
•La diócesis “nullius” es declarada exenta de los restantes obispos.
•Recibían la profesión de Caballeros y religiosos
•Preveían las encomiendas, prioratos y beneficios.
•Daban la colación y canónica posesión de las prebendas.
•Imponían castigo y reformación a las personas de hábito y a los vasallos.

Las Bulas funcionales de las Ordenes Militares tenían un objetivo común: el ejercer la guerra contra los moros y “vivir de acuerdo con el evangelio y combatir por Dios y contra los infieles”.

II. Primera época. Siglos XIII-XV

Finalizada la Reconquista, los reyes proceden a las actas de donación de los territorios conquistados, según la estrategia diseñada por Fernando III. Abarca el primer periodo los años 1230 -1493 para los santiaguistas y los años 1232-1495 para los alcantarinos.

En el segundo cuarto del s. XIII las Ordenes de caballería de Santiago y de Alcántara fueron las más beneficiadas en esta distribución, tras la definitiva conquista: Mérida (1229)[1], y Montáchez (1230), Alange (1234) con el maestre Pedro González (1226-36), Hornachos (1235), Reina (1243), Montemolín (1248) con Rodrigo Iñiguez (1236-42) y culminadas por Pelay Pérez Correa (1242-75); mientras que en la zona de la Serena se llevaron a cabo las donaciones de Magacela y Zalamea (1232) a los freiles alcantarinos, por Fernando III y reorganizadas por su hijo Alfonso X.

Los territorios se redistribuyeron: por un lado, en determinadas villas, que eran pueblos con jurisdicción y término propios, es decir, que sus alcaldes podían distribuir justicia ordinaria y, por otro, distintos “lugares” que eran pueblos con término, que carecían de jurisdicción, correspondía al cabildo de la villa cabecera. Al poblarse poco a poco los espacios geográficos en el s.XV surgen las aldeas, sin jurisdicción ni termino, terminando bajo administración de un concejo.

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