La Alta Extremadura durante los siglos XII y XIII se va a caracterizar por decantarse como zona
de frontera con la España almohade y como zona de expansión de los reinos cristianos del norte.
Los acontecimientos históricos y los condicionamientos geográficos la dotaron de unas
características peculiares que contribuyeron en la permanencia de este sector como frontera. El
proceso de conquista en la Transierra se inicia con la temprana conquista de Toledo (1086),
único centro importante de la frontera meridional musulmana, tras la cual un gran sector de la Meseta
Central y la Mancha fueron paulatinamente ocupados. Por el contrario, en la Transierra extremeña
la permanencia de centros neurálgicos dentro de la administración musulmana, como Badajoz,
Mérida y todo el territorio contenido al sur del Guadiana, ralentizó considerablemente la conquista.
No podemos olvidar el marco físico de la zona, pues los condicionamientos fueron suficientes
como para hacer de la Alta Extremadura una región de especiales condiciones físicas; el relieve
montañoso, la dificultad en los accesos, el encajonamiento de los ríos y las condiciones
edafológicas dificultaron la defensa, la conquista, y por
último el asentamiento de los pobladores.
El conjunto de características descritas va a influir en la pervivencia de la frontera durante el
periodo de tiempo suficiente como para que ésta adquiera una doble identidad, que a corto y medio
plazo va a jugar un papel fundamental en la estructuración cristiana del espacio. Si bien
Extremadura se mantiene bajo dominio musulmán sin apenas resistencia hasta 1142; en poco más
de ochenta años, y del mismo modo, se pasa a la constitución de un espacio de claro carácter
político-fronterizo en el que las políticas expansionistas de castellanos, leoneses y portugueses se
convierten en determinantes de la presencia cristiana. Es de esta forma que la Alta Extremadura se
establece como zona de frontera transitoria hasta 1230 en la que los contendientes cristianos se
debaten en un doble ámbito: el enemigo musulmán y la voracidad expansionista cristiana.
La frontera con los musulmanes no es una línea rígida. Las acciones militares recogidas en las
fuentes, marcan el continuo desplazamiento de las fronteras norte-sur con eje en el río Tajo. Es a
partir de la segunda mitad del siglo XII cuando los acontecimientos militares adquieren mayor
importancia. La conquista de Alcántara por Fernando II en 1165 -nunca intentada con anterioridad-
abrió nuevas expectativas expansionistas para el reino, pues poco después se conquistaba la ciudad
de Badajoz (1169) y se fortalecía toda la zona aledaña con la entrega de numerosos castillos a las
órdenes militares. La respuesta almohade de 1174 fue contundente. En un corto espacio de tiempo
recuperaron todos los castillos ubicados al sur del Tajo, e incluso intentaron la recuperación de la
ciudad de Coria.
De esta forma, y sin grandes esfuerzos, se establecía la línea de frontera en el río Tajo
inamovible hasta 1212.
JUAN LUIS DE LA MONTAÑA CONCHIÑA